La escena estallada - Semanario Brecha

La escena estallada

No es la primera vez que la directora y dramaturga Marianella Morena se propone crear una obra a partir de un personaje histórico femenino. Esta vez y, coincidiendo con la conmemoración de los 100 años de su muerte, Morena trabaja sobre Delmira Agustini en la obra “No daré hijos, daré versos”.

"No daré hijos, daré versos"

Y tal vez su mayor desafío sea la búsqueda de un abordaje no representativo, alejado de los esquemas que la encasillan en su obra poética y su desenlace trágico. En No daré hijos, daré versos1 la directora profundiza en sus búsquedas sobre las posibilidades del lenguaje escénico, lo lleva hacia extremos de lo posible y demuestra nuevamente que, desde el teatro, se puede acercar a la historia sin caer en cánones realistas que muchas veces llevan a representaciones fallidas y estériles.

Morena plantea esta puesta como un muestrario de tres actos, que bien podrían ser entendidos como minipiezas en sí mismas. Cada acto se desarrolla con independencia, y tiene como eje y motor algún rasgo de Agustini. Es una imagen escénica potente –que marca el resto de la puesta– la amalgama de cuerpos descansando sobre una cama como primer contacto de los actores con su público. Morena traduce en la escena el erotismo de Delmira como postura de vida y, por lo tanto, como compromiso ideológico que se deja ver, acto tras acto. La directora viene desde hace un tiempo investigando junto con sus elencos el desapego a los límites en la construcción de un personaje. En este caso elige trabajar con los actores sobre roles que mutan, que fluyen y que responden a estados más que a personajes. En el primer acto tres parejas comparten una cama y se multiplican en niveles. ¿Son Enrique Reyes y Delmira Agustini? No está claro, ni busca estarlo. Un diálogo entre dos que se multiplica entre varios, que se entremezcla, tiene saltos temporales y deja entrever que existe un conflicto de amor y desamor. El texto dice: “Hay guerras que son de un hombre y una mujer, y hay guerras que son de una sola persona”, y la imagen de una bala atraviesa la ciudad. Lo poético se instala desde la capacidad creativa de la escena, y la tragedia se huele sin necesidad de representarse de manera clásica.

A lo largo de la obra se incorporan pasajes musicales, en un destacado trabajo del elenco que canta a capela, sobresaliendo el trabajo vocal de Lucía Trentini (quien participó como cantante en La Tabaré e hizo este año el monólogo Música de fiambrería). La música se introduce naturalmente en la acción, también como elemento poético, potenciando la presencia corporal de los actores. Morena incorpora a la escena la materialidad de cada actor y sus realidades, utilizándolas como insumos creativos para el montaje. En un salto que cambia la lógica del primer acto y agrega dinamismo, el segundo acto juega con una situación metateatral para reflexionar sobre el sentido de un acercamiento realista a la sociedad del Novecientos en la que vivió Delmira. En un logrado planteo del absurdo, Morena pinta a un grupo de actores que intenta, sin lograrlo, representar a la familia Agustini. Hay una imposibilidad que se hace latente y un diálogo con las propias herramientas del teatro para cuestionarlas. Destaca en la construcción del sinsentido el trabajo de la escenógrafa Johanna Bresque, quien hace confundir todos los objetos bajo un mismo tapiz, todo es homogéneo, en perfecto orden, los actores y los objetos se mimetizan en un mismo plano.

Siguiendo el juego escénico, el tercer acto simula un remate de objetos de Delmira ocurrido en Montevideo en 2010. Desarrollando otra mirada sobre ella y su nexo con la actualidad, Morena cuestiona, en la construcción de esta escena, el vínculo de los uruguayos con la memoria. Aquí el absurdo se traduce a un guiño teatral que se entremezcla con el biodrama. El límite entre la realidad y la ficción se desdibuja. Sobrevuela la figura de Enrique Reyes, el rematador, esposo y luego amante de Delmira, que le dio muerte.

No daré hijos, daré versos despliega varias miradas posibles sobre Delmira mientras transita en la complejidad de lo que llega al hoy, demostrando una vez más que Morena es una exploradora de los límites y riesgos de la escena para dejar ver su potencial expresivo. El texto de esta obra será publicado junto a Trinidad Guevara y Yo Soy Fedra, en una trilogía sobre personajes femeninos de la autora por la editorial Artezblai de Madrid

1En sala Zavala Muniz los días 11, 12 y 13 de noviembre, y 9, 10 y 11 de diciembre.

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