Está esa frase en Ana Karenina, vuelta luego cliché, de que todas las familias felices se parecen unas a otras, pero que cada familia infeliz lo es a su manera. No hay una receta sola para la desgracia, para el descontento; la tristeza y todas esas otras emociones negativas simplemente están ahí, latiendo debajo de la piel y volviéndose reales apenas alguien rasga el tejido.
A pesar de que los relatos de Mañana
será otro día, de Gladys Franco, libro editado este año por Yaugurú, no son
todos sobre familias, lo son en su mayoría, y los que no, se ven igual
sobrevolados por relaciones vinculares muy fuertes; es un tironeo cargado de
necesidad mutua, no siempre hija de las mejores circunstancias. Y, como pasa en
las mejores familias, se siente el peso de lo oculto, de lo no dicho y de lo
que ...
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