Si hay algo que resalta a lo largo de esta novela policial que, sin escapar de ciertos lugares comunes del thriller, llega a sorprender por su logrado ritmo y un sentido de la ironía (cuando no, del humor negro) muy cercano al de la idiosincrasia rioplatense, es su diálogo entrecruzado con el legado romanticista. Para el romanticismo del siglo XIX, y muy especialmente el romanticismo negro que dio origen a la novela gótica, la naturaleza era percibida como un conjunto de fuerzas desbordadas que muestran la fragilidad axiomática de lo que nosotros entendemos como “orden social”. Sumergirse en ellas, dejarse arrastrar por ellas, no es más que un regreso al principio fundamental de lo existente. Quien de alguna manera especificó de un modo riguroso esa concepción fue Hegel: “en la naturaleza,...
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