La audiencia convocada por el juez de lo Contencioso Administrativo, Javier Gandini, para despejar el misterio del documento inubicable, redactado en octubre de 2005 por los generales Pedro Barneix y Carlos Díaz, sobre el destino final de 31 detenidos desaparecidos, arrojó resultados varios: enojos virulentos de altos funcionarios del Ministerio de Defensa Nacional, contradicciones evidentes entre los militares citados, y revelaciones que permitirán eventualmente trazar el mapa del tesoro, es decir, las posibles ubicaciones de documentos calificados como “estrictamente secretos”, simplemente “secretos”, o modestamente “reservados”.
Este viernes 28 fue la tercera instancia judicial para hacer efectivo un pedido de acceso a la información pública tramitado por el proyecto universitario Cruzar, que pretende acceder al documento elaborado por los citados generales, por orden del entonces comandante en jefe del Ejército, teniente general Ángel Bertolotti, y cuya existencia fue certificada por el general Carlos Díaz en declaraciones ante un Tribunal de Honor. Ese informe era el resultado de las pesquisas que los dos generales realizaron a efectos de ubicar los lugares de enterramiento de detenidos desaparecidos.
En octubre pasado, el entonces comandante Gerardo Fregosi informó al ministro de Defensa Javier García que no fue posible obtener una copia de ese documento, y así se le hizo saber a Cruzar. Partiendo de la base de que la respuesta confirmaba la existencia del documento, Cruzar apeló ante la justicia de lo contencioso administrativo para que un magistrado ordenase su entrega.
En una segunda instancia, el Ministerio de Defensa informó que, realizada una nueva búsqueda en el Comando del Ejército, el documento no se encontró. Y el abogado del ministerio, Luis Berrueta, agregó que dicho documento había sido entregado por el general Bertolotti al presidente Tabaré Vázquez. Así las cosas, el juez Gandini accedió a un pedido del abogado de Cruzar, Juan Ceretta, para que fuera citados en calidad de testigos los generales Carlos Díaz, Ángel Bertolotti y Raul Gloodtdofsky (los tres testigos de los episodios de 2005, puesto que Pedro Barneix se suicidó en 2015) y el actual comandante, general Mario Stevenazzi.
El primerio en declarar, al comenzar la audiencia en el quinto piso del edificio del juzgado en San José e Ibicuí cerca de las 11 horas del viernes 28, fue el general Carlos Díaz. Explicó que, junto con el general Barneix, recibió la orden de averiguar tres circunstancias sobre el destino final de 31 desaparecidos: cómo fueron detenidos, cuándo se produjo el fallecimiento, y dónde fueron enterrados. “En ese informe comenzamos a trabajar con el general Barneix, lo entregamos en los primeros días de agosto a Bertolotti, que nos había encomendado ese informe. Nosotros no pusimos número de expediente. Era un informe que nos pedía personalmente y lo elevamos en manos propias. No me quedé con copia”. Díaz dijo también que la orden del comandante Bertolotti había sido verbal y cuando entregaron el informe “no pedimos recibo”. El abogado Ceretta preguntó la extensión del documento y Díaz explicó que debían ser por lo menos 10 fojas. Sobre el papel del entonces coronel Gloodtdofsky, jefe del Estado Mayor Personal del comandante en jefe, Díaz fue ambiguo.
El segundo testigo fue el general Ángel Bertolotti. Su testimonio tendió a coincidir con la versión del ministerio. En un relato confuso, con idas y vueltas, sostuvo que existe un único informe, elaborado por él en base a la información de Barneix y Díaz; admitió que el informe fue “retocado” por los generales informantes y por el coronel Gloodtdofsky, que estuvo presente en los intercambios de informaciones. “No van a encontrar ningún informe firmado por Barneix y Díaz”, afirmó, y sugirió que la “confusión” sobre dos informes se debe a que él elaboró un anexo al documento que entregó a Tabaré Vázquez. “Este documento no entró en el sistema de recepción y distribución”, afirmó para robustecer la hipótesis de que no quedaron copias.
El general Gloodtdofsky, por su parte, declaró que en su calidad de jefe del Estado Mayor Personal recibió una versión del informe, en formato CD, que guardó en la caja fuerte de su despacho y que no hizo ninguna copia. “No quedó asentado en ningún despacho o registro”, agregó. Cuando Ceretta le preguntó si en el informe había información sobre algún caso en especial, el director de secretaria del ministerio, Fabián Martínez, interrumpió, airado, oponiéndose a que se discutiera en la audiencia sobre el contenido del supuestamente inexistente informe de Barneix y Díaz. Sin embargo, el general Gloodtdofsky accedió a aportar un elemento hasta ahora desconocido. Dijo que el comandante Bertolotti le indicó que “enlazara” con el general Díaz, quien le iba a señalar, en el predio del batallón 14 de Infantería, el “área de excavación”. Se refería al lugar de enterramiento de María Claudia García de Gelman, que Tabaré Vázquez anunció como la ubicación de los restos, en un 98 por ciento de probabilidad. De modo que la información -que resultó falsa- había sido obtenida por Díaz en sus indagaciones entre los oficiales directamente implicados en las desapariciones. Esa información, sin embargo, no aparece en el informe final que Bertolotti elaboró para Vázquez y que “chequeó” con Barneix y Díaz.
Gloodtdofsky afirmó que “no existe un lugar especial donde guardar los documentos, se guardan donde lo decida el comandante en jefe”. Cuando Ceretta le preguntó al siguiente testigo, el comandante Mario Stevenazzi (que se presentó en ropa de fajina), donde guardaba los documentos “sensibles”, los representantes del ministerio volvieron a interrumpir, aduciendo que el tema estaba fuera del contexto de la audiencia. Impasible, el general Stevenazzi aguardó a que se consumieran los intercambios entre “la parte actora” y la “parte demandada” -que llegó a afirmar crípticamente ¿quieren infundir miedo?- y finalmente aportó la información. “Los documentos se guardan en las oficinas del Comandante -explicó- en una caja fuerte ubicada en el mismo piso, a tres oficinas de distancia de mi despacho. Hay dos llaves, una de ella la tiene un coronel a cargo y la otra se guarda. Los documentos no tan sensibles se archivan en un ropero, al lado de esa oficina”.
El teniente general Stevenazzi no sabe por qué su antecesor, el general Fregosi afirmó que no podía obtener una copia del documento de Barneix y Díaz. Solo pudo afirma que él lo buscó en el Comando y no lo encontró.
El martes 1 de agosto, el juez Gandini dará a conocer su fallo. No parece que existan otras instancias para encontrar un documento que unos no encuentran, otros dicen que no existe, y uno admite que tenía diez folios pero que no sabe qué paso con él. Es un entuerto que empaña la transparencia del Ministerio de Defensa.