La murga está en la plaza Independencia pronta para desfilar. El funcionario correspondiente hace la seña para salir. Voy llevando el pasacalle con la murga a mis espaldas.
¿Te das cuenta de lo que significa llevar la pancarta? Ir delante de la murga, abriendo paso. Marcando el rumbo, lento pero seguro, en el frente de combate. En la primera línea, con la consigna en mis manos, con las reivindicaciones en mis brazos, abriendo camino en la noche para hacer frente a la realidad. Me voy a arrimar a ver qué dice la pancarta que estoy llevando… Opa, una brisa fugaz saca de mis ojos la brillantina a través de la cual miro a la luna cobijar un manto de estrellas. La pancarta que sostengo dice: “Ferretería Ferromomo, apoyando el Carnaval”.
Silencio. Un repique de tambores rompe el silencio profundo.
Y sí. Es lógico, la murga es una herramienta. No lo había pensado por ese lado, pero debe ir por ahí la cosa. Ahora, ¿qué herramienta vendría a ser? ¿Puede ser, por ejemplo, una herramienta de comunicación? Claro, cuando escuchamos una murga somos parte de un fenómeno comunicacional de verdad, y por un momento dejamos de lado el celular. ¿En ese caso la herramienta sería el cincel?
—Flaco, ¿me hablaste? –dice el director de la murga, mientras baila como un picaflor alrededor de la batería.
—No, perdón, estaba pensando en voz alta. ¿Se escucha?
—Sí, se escucha todo. Te quería decir que la herramienta de la murga es la voz. Chau.
—Gracias, maestro. Eso mismo, la murga es la voz de los que no tienen voz. Ahí tenés, tomá pa’ vos. Aunque, si no tenés voz, no pasás la prueba de admisión. Claro, debe ser que el que no tiene voz le tiene que decir qué quiere decir al que sí tiene voz, porque la murga es la voz del que no tiene voz, pero no es “el que no tiene voz” propiamente dicho. O sea, hay una voz que es “la voz”, hay murgas que ya tienen experiencia, que tienen el know how.
—¿Lo qué? –dice una señora del otro lado de las vallas.
—La práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo. Eso es el know how.
—Enojáu está el que queda afuera del Carnaval, m’hijo.
Un cardenal que de gorjeo se inflama cruza la esquina de 18 y Convención, se posa sobre una cámara de fotografía.
—Me quedé pensando en lo de la herramienta. ¿Si alguien mete una mecha, se puede decir que la herramienta es el taladro?
—¿Me hablaste? –dice el sobreprimo de la murga mientras estira una nota que está arrugada por la humedad.
—No, perdoná, estoy pensando en voz alta. ¿Se escucha?
—Sí, se escucha, si vas a pensar en voz alta, tenés que llegar bien arriba. Estás desde hoy calando la nota. Se ve que no es tan alta la voz. La cosa es así: la murga es la herramienta que hace funcionar al tablado. El tablado sin los conjuntos no funciona.
—Ah, gracias. ¿La murga es la herramienta? Sí, pero los tablados comerciales son los que tienen la herramienta por el mango; te digo más, algunos la tienen por el mango; y la papaya, venden muy buenos licuados…
—Buenas y santas, soy el dueño de un tablado. Te quería hablar de eso. Lo bueno de la herramienta es que vos podés pintarte la cara y subirte a un escenario a decir todas esas cosas, yo tengo un lugar el lunes a las 19.45, ¿te interesa? Estabas hablando de eso, ¿no?
—No, no, gracias, jefe, estaba pensando en voz alta. Capaz que la herramienta es para enfrentar la realidad. Entonces, ¿sería como tomar un té de hongos? No, en ese caso se usaría para evadirse de la realidad. Bueno, ahora que lo pienso creo que algunos usan la murga para evadir… ¿Qué calle será ésta? Creo que llegamos al Entrevero.
Una golondrina en su romántico vuelo no se detiene en la plaza del Entrevero porque está llena de palomas que viven ahí todo el año.
Se ven cosas raras en el desfile. Hay una camioneta blindada de una empresa de seguridad. Debe ser porque el vestuario de esa murga es tan caro que lo llevan ahí adentro. Esos sí que cuidan los rubros.
—Hola, perdoná, soy un hincha fiel. Te quería decir que más allá del concurso me gusta la murga que se mantiene fiel a su estilo, fiel a su historia.
—Gracias. Se me eriza la fiel. Aunque hay alguna murga que se mantiene tan fiel a su historia que si uno se distrae un poco le parece que está haciendo un cuplé del año pasado. ¿Será que la herramienta es atemporal y universal? Universal como la llave universal, que te sirve para todas las tuercas. Claro, por ejemplo, si vas a Rusia, se tiene que entender, ¿ahí también habrá que cuidar los rubros? No, ahí creo que hay que cuidar los rublos.
Un barrilete de ilusión espera la luz verde para cruzar la calle Paraguay.
Aunque no puedan jugar, ¿los niños igual estarán colgados? Parece que sí, están todos colgados de las vallas. Ya se está terminando y está lleno de gente, está la familia, están las madres, las abuelas, las vecinas. Cuánta mujer del otro lado. Me quedé pensando en lo de la herramienta; puede ser una espátula para ir rasqueteando una primera capa de asfalto, a ver si va saliendo algo de poesía. Dicen que cuando hace calor es cuando salen las canciones más pegadizas. Aunque ahora debe ser complicado lo de la poesía del asfalto, ha aumentado mucho el parque automotor.
—Eh, disculpá que me meta, soy el que viene llevando la pancarta al lado tuyo. Llegamos a la plaza Libertad. ¿Para qué lado agarramos?
—No sé, ni idea. Es lo que tiene la libertad.
Una tímida alondra se queda escondida atrás de una columna. Es que es muy tímida.