Si bien en las farmacias de su país los preparados homeopáticos son dispensados al público, este grupo de farmacéuticos señala y subraya que su efecto no va más allá del que produciría un placebo, calificándolos como “seudoterapias”, por lo que exigen a las autoridades que dejen de avalar esta clase de medicamentos. En el Día Mundial del Farmacéutico el colectivo publicó un manifiesto en el cual critica que “esta falsa terapia” esté incluida como asignatura en los planes de estudio de las facultades de farmacia sin que exista una evidencia que la respalde, ya que “la homeopatía no es ciencia ni ha curado a nadie en más de 200 años”.
La carta, dirigida al Ministerio de Salud, a las autoridades de la educación farmacéutica y a las sociedades científicas del ramo, señala: “Mucha gente cree hoy en día que la homeopatía es una terapia válida, y sus productos reciben el nombre de ‘medicamentos’ sin que exista ningún aval científico que así lo demuestre, permitiéndose la comercialización de productos con indicación terapéutica que incumplen toda la legislación y normativa sanitaria a la que están sometidos los verdaderos medicamentos. También se introducen en el Colegio de Farmacéuticos, que cuentan hasta con vocalías ex profeso y hasta ofrecen información a sus colegiados, incumpliendo sus estatutos y códigos éticos”.
El rechazo surgió después de que la organización oficial que los agrupa, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, respaldara los tratamientos homeopáticos. Pero según se denuncia, su aval no fue gratuito ya que muchos colegios oficiales reciben ayudas económicas por parte de la industria homeopática. Boiron, la mayor compañía fabricante de productos homeopáticos del mundo, distribuyó entre científicos, médicos y farmacéuticos, el año pasado, 425 mil euros para la promoción de sus tratamientos.
Creada en 1796, la homeopatía se fundamenta en el supuesto de que “lo similar cura lo similar”, y que por tanto la misma sustancia que causa una enfermedad en una persona sana puede curar a un paciente enfermo, por lo que la administración de cantidades infinitesimales de esas sustancias pueden tener propiedades sanativas. Se supone que estos productos son más efectivos cuanto más diluidos están, pero lo cierto es que ya han sido numerosas las denuncias contra la industria homeopática, en las que se señala que los preparados son poco más que agua con azúcar y que directamente carecen de los ingredientes activos pertinentes. Un análisis realizado en el Departamento de Química de la Universidad de Toronto en 2012 descubrió en algunos preparados que la presencia del ingrediente activo era tan mínima como “cinco mil millones de veces más pequeña que la cantidad de aspirina (…) de una sola píldora”.
Si bien el poderoso lobby de la homeopatía se encuentra hoy en la mira, habría que ver, sin embargo, cuántos de los medicamentos dispensados continuamente por la industria farmacéutica –y que sí cuentan con un aval científico– escapan a ese efecto placebo que se denuncia. Pero eso ya es otra historia, y otra lucha para dar.