Libros, papeles, cartas, algunos objetos, fotos, forman parte de nuestra vida, están atados a acontecimientos que nos marcaron, a las personas que queremos, a algo de lo que fuimos y ya no. Las explicaciones para su permanencia y acumulación pueden ser múltiples, pero tal vez la definitiva sea la simple inercia de los días que una mudanza o una muerte desbarata. La sacudida puede generar un acto de conciencia que lleve a seleccionar y preservar. Por lo menos antes de que se instale otra inercia y la vida vuelva a fluir. Esta experiencia vulgar adquiere otra dimensión cuando se ha vivido en una dictadura y en el presente la memoria de lo sucedido está en disputa. Una vez más vale la pena repetir a Derrida y recordar que el archivo surge de un acto de poder que produce futuro. Es necesario “...
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