La necesidad de la creación - Semanario Brecha
Libro. Poesía de Anhelo Hernández

La necesidad de la creación

Los laberintos mudos, de Anhelo Hernández, Montevideo, Udelar, 2022. 63 págs.

Anhelo Hernández nació en 1922 en Montevideo. Fue dibujante, pintor, grabador; también escultor y docente. Hijo de padre anarquista, su nombre funciona como una especie de prólogo para la temática de su obra, que versa, entre otras cosas, sobre el deseo y la creación; es decir, sobre la vida en sí. Aunque se lo conoce mayormente por su labor en las artes plásticas, su desempeño como artista abarca todas las disciplinas: llevó a cabo el ejercicio de crear con la palabra como teórico y crítico de arte, pero también a través de la poesía. Esto último es lo que muestran los textos de este libro. Los laberintos mudos nace a iniciativa de su viuda, Ida Holz, en coedición con la Facultad de Artes de la Universidad de la República y los hijos del artista, Moriana, Arauco, Ayara Hernández, para conmemorar el centenario del nacimiento del autor.

El libro se compone de 33 poemas y 12 ilustraciones. Al final, encontramos un epílogo con un estudio crítico de su compilador –Pablo Thiago Rocca– que aborda de manera analítica aspectos y rasgos de toda su obra y una biografía.

En el diagrama de diseño, los poemas dialogan con las ilustraciones, que, por lo general, los anticipan y los anuncian, tanto en sus temas como en su forma o estilo. La estructura del texto sigue la línea del tema central ya nombrado: el deseo y la creación, es decir, la vida. Así lo enmarcan los poemas de inicio y cierre. En «Creación», el primero, escribe: «Doy a luz / la tiniebla // Doy luz a la Tiniebla» y de la misma manera que en sus dibujos, en los que la luz y la oscuridad se combinan para obtener el negro y el gris del grafo, que sacan a la luz imágenes trenzadas o poco definidas en una primera mirada, las palabras iluminan en su simpleza y en su magnitud polisémica individual. Inmerso en su contexto, y como fiel integrante del Taller de Torres García, Hernández apela a estas ideas a través de la forma y el espíritu vanguardista. El deseo como originario del todo se sugiere desde la técnica y llena de contenido tanto a la imagen como al poema. Los textos son cortos, no están desbordados de adjetivos ni de vocabulario sofisticado. Al decir del título, enuncian en un laberinto silencioso. A veces, el juego de palabras entre los pocos términos que construyen el poema, el cambio de lugar entre ellos de un verso al siguiente o la repetición de un mismo vocablo determinan esa estructura compacta, y concisa, pero alusiva. Tal como se observa en los versos citados, en el caos de la creación, en el juego propuesto por esos hipérbatos que lo connotan, se pretende, justamente, iluminar. Es de esta manera que se da nombre, se crea. Como enuncia el segundo poema: «niego que el caos fuera destruido/ lo invade todo», y continúa más adelante: «Digo cosmos y Dios/ los oigo crujir y desgonzarse». Dios también se presenta como parte de esta creación, y en diferentes aspectos: desde la referencia más occidental judeocristiana, y también en otras representaciones mitológicas de culturas previas. El libro expone algunos dibujos de la serie Los planetas –serie conocida de Hernández– y lo acompañan poemas. «Júpiter» expresa: «¿A quién apela dios cuando no puede?». Y es ese el poema en su totalidad. Como dice Pablo Thiago Rocca en el epílogo: «A la carencia de dios o de un ser superior que nos ampare, hay que sumar –o restar– la variante de la difícil asunción de su propia paternidad, en un sentido amplio del término: como gestor de obras, como creador de símbolos y de sueños».

Por último, como otra arista ineludible a esta temática estructural, la muerte es también abordada en varios poemas y dibujos del libro. «Enamorirse», el poema de cierre, expresa: «Enamorirse –dijo–/ musitó: morirse […] la temblorosa/ luz/ se apaga». Como fue enunciado previamente, es claro tanto el marco estructural de los poemas que dan inicio y fin a la obra como el hilado temático de esta compilación: la idea de que la belleza creativa puede irrumpir con la necesidad de desborde que propone el deseo. Es que, como esboza Georges Bataille en El erotismo, quebrar el límite, muchas veces impuesto o definido por Dios, es tan inevitable como la muerte.

Artículos relacionados

Cultura Suscriptores
Nuevo libro sobre Serú Girán

Quiero contarles una buena historia

Cultura Suscriptores
Libros. La libertad, esa entelequia

Goodbye, Stalin

Cultura Suscriptores
Idea Vilariño y la traducción

Shakespeare & Co.

Cultura Suscriptores
Reedición y relectura de La casa de enfrente

Alicia Migdal y el tiempo recobrado