El viernes 15 la carrera y la vida de Leila Alaoui se truncaron para siempre. Una bala en el pecho y dos heridas en las piernas hicieron que los paramédicos la sacaran en ambulancia del café Capuccino, de la capital de Burkina Fasso, donde acababa de producirse un atentado islamista. Poco después moría en el hospital. Tenía 33 años.
Ese país africano es uno de los puntos de apoyo de Francia en la lucha contra el yihadismo, combate que se lleva adelante sobre todo en el vecino Mali, y de Mali era el acento de los atacantes, según varios testigos.
El atentado, que también alcanzó al hotel Splendid, situado frente al café, tuvo semejanzas con el que ocurrió sólo dos meses antes, precisamente en Mali, y donde también se asaltó un establecimiento frecuentado por occidentales.
Leila Alaoui estaba en Burkina Fasso haciendo un trabajo para Amnistía Internacional. Desde 2009 realizaba exposiciones internacionales, pero el momento de mayor reconocimiento para su obra llegó en 2014, cuando expuso en el Instituto del Mundo Árabe, de París, ciudad en la que nació. Los trabajos de esta joven fotógrafa de familia marroquí se publicaron en medios como The New York Times y la revista Vogue. Buscaba registrar la tradición y lo nuevo en las sociedades del Mediterráneo.
El atentado fue reivindicado por Al Qaeda y en total ocasionó 30 muertos de por lo menos 18 nacionalidades diferentes.