A fines del año pasado, una noticia corrió como un reguero de pólvora por los pasillos de las redacciones culturales y los enlaces sellados de punta a punta de las redes sociales: Federico Falco, el gran cuentista cordobés, estaba entre los finalistas para el Premio Herralde de Novela. No había forma de sobredimensionar el asunto. El concurso de Anagrama no sólo ha distinguido a escritores como Enrique Vila-Matas, Alan Pauls o Juan Villoro, sino que su salón dorado incluye novelas de profunda caladura generacional, como Los detectives salvajes, de Bolaño y, más recientemente, el bombazo de Mariana Enríquez: Nuestra parte de noche. Spoiler alert: Falco perdió el premio, pero ganó otra cosa.
En algún punto del sprint final, el madrileño Luisgé Martín se escapó y su novela Cien noches se adju...
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