En una casa enorme y vacía camina Karin con su hija recién nacida, Dream. Parece haber sido consumida por el letargo, todas sus acciones acompasadas a un ritmo somnoliento y frío. Da de comer a su hija, recorre la casa, abre cajones, estantes, se encuentra siempre frente al vacío. Está esperando algo.
Karin está sola. John, su pareja, se fue –murió, la abandonó, está preso– y ella está sola. No tiene plata, vende todo lo que puede y es acosada por los servicios sociales que van a desahuciarla. Karin está desesperada. No lo podemos ver demasiado por la narración, que es monótona y fría, que no se adentra demasiado en lo que siente su protagonista, pero podemos suponer que está desesperada. Da vueltas por su casa, se queda dormida en el frío de la noche, vaga con la ropa de su marido desapa...
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