Un hombre muy joven en el banco de una plaza en una ciudad extranjera lee un libro. Este podría ser el mito fundacional. El hombre joven es Mario Benedetti; la plaza, la de San Martín, en Buenos Aires; el libro, una antología de poesía de Baldomero Fernández Moreno (1886-1950). Casi 50 años después del encuentro con los textos «sencillistas» del autor del libro Ciudad (1917), uno de los primeros en instalar el protagonismo del paisaje urbano en el territorio de la poesía rioplatense, Benedetti planteó: «La originalidad de Baldomero Fernández Moreno está tal vez en la calidad de su mirada y en la sencillez con que transmite ese resultado visual […]; posee una claridad, una diafanidad que hasta entonces no había tenido virtualmente cultores en la poesía argentina de comienzos de siglo».1
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