La terapia del candombe – Semanario Brecha
Fernando Lobo Núñez Ocampo: ciudadano ilustre

La terapia del candombe

El pasado 12 de junio la Intendencia de Montevideo distinguió como ciudadano ilustre al músico y lutier de tambores Fernando Núñez Ocampo, popularmente conocido como el Lobo Núñez.

En su taller de Barrio Sur. Héctor Piastri.

Destacada figura y referente del candombe, Núñez es reconocido, tanto en nuestro medio como internacionalmente, por su trascendente dedicación al cultivo de todo lo relacionado al folclore afrouruguayo. No solo su profesión cumple con los requisitos fundamentales que exige la honorable propuesta de ser nombrado ciudadano ilustre de nuestra capital, sino que el agraciado es descendiente de una familia prototipo, perteneciente a un barrio legítimo de nuestras más típicas tradiciones, como lo fue nuestro Barrio Sur.

El Lobo Núñez, nacido e impregnado por la idiosincrasia de los habitantes de esa zona, escenario y ámbito natural que aglutinaba un crisol de razas provenientes de disímiles rincones de Europa y, fundamentalmente, de la mixtura y la convivencia con numerosas familias negras, viene de allí, y todo ello constituyó el escenario y el ámbito natural de su vida. De ese barrio, el origen y la irradiación del candombe hacia el resto de la ciudad.

Desde muy joven, el Lobo se convirtió en un artesano de aquellos membranófonos abiertos, con igual forma, distintos tamaños y diversos tonos de voces que evocaban a la lejana África negra de sus antepasados y que dieran origen a nuestro ritmo del candombe.

Lo trascendente del Lobo Núñez no puede remitirse solo a lo que significa su arte como artesano y como artista, sino que también debemos fijar nuestra visión en la grandeza de su pasado familiar. Hay que citar, asimismo, el prestigio y el atractivo de sus virtudes en la construcción de tambores, su reconocimiento como intérprete del ritmo, su participación en prestigiosas comparsas negras y con artistas y en grupos musicales como los de Jaime Roos, Ruben Rada, Charly García y Natalia Oreiro; la creación de su grupo La Calenda, etcétera. El destino le permitió tratar con artistas de fama internacional y conocer impensables, hermosísimos y numerosos lugares en el mundo.

Su formación es consecuencia de un ambiente familiar con destacadísimos relieves y valores, la mayoría de ellos heredados desde la cuna. Es pertinente señalar que el prestigio de una persona no viene o aparece por gracia divina. Siempre hay que indagar en sus raíces y su formación personal, y en nuestro caso, el ejemplo de los antepasados familiares del Lobo –a quienes también debemos considerar en el mejor de los conceptos, ellos mismos ciudadanos ilustres olvidados e ignorados– dio la base a la distinción de nuestro protagonista. Baste mencionar a su abuelo paterno, don Víctor Modesto Ocampo Vilaza, y a su tío, don Pedro Ocampo Pérez, ambos autores de aportes importantes, tanto en lo espiritual como en lo que refiere a la solidaridad. Transmisores de valores ejemplares, en lo material y tecnológico, en la cultura, en la educación, en la comunicación, en sus actividades privadas, públicas y familiares.

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Don Víctor Ocampo Vilaza (1881-1960), descendiente directo de africano, destacado desde pequeño en el arte, fue músico, guitarrista, violinista y compositor. Aficionado al boxeo, fue también dibujante y transgresor protagonista en los comienzos de la historia de la fotografía en nuestro país.

Don Pedro Ocampo Pérez (1913-2012), hijo de don Víctor y hermano de doña María Magdalena Ocampo Pérez, madre del Lobo Núñez, fue artífice de una carrera excepcional, fulminante. Desde muy joven, conquistó conocimientos en mecánica y dactilografía y un amplio vocabulario técnico en inglés. Gracias a esa gran idoneidad, en 1946 alcanzó el cargo de jefe de Control de Tránsito Aéreo en el aeropuerto de Carrasco. También fue docente de inglés, sobreponiéndose a sentimientos de envidia y prejuicios raciales.

Lobo Núñez representa muy bien a sus antepasados –de una estirpe fundamental dentro de la sociedad montevideana– y se constituye él mismo como un referente dentro de la cultura afrouruguaya. Su principal aporte ha sido dentro del candombe, y con él se ha convertido en un prestigioso divulgador nacional e internacional de nuestras tradiciones de origen africano. Y así lo destaca nuestra comuna.

De las innumerables entrevistas que se le han realizado a Fernando Núñez, en los más diversos medios de comunicación, podemos extractar conceptos fundamentales respecto del candombe y la cultura afrouruguaya en general. En ellas, el Lobo se refiere a diversos tópicos de ese mismo universo: la discriminación racial, el potencial que tiene el candombe en sí mismo, lo poco que se ha hecho a nivel gubernamental y lo mucho que se podría hacer positivamente para colaborar con nuestra sociedad y el país todo.

De sus argumentos se desprenden conceptos importantes para pensar en la música en general (académica, popular, folclórica, internacional) y el candombe en particular, la terapéutica nacional por excelencia.

La relevancia que tiene la música en las personas faltas de libertad es algo incontestable. Paralelamente, también es determinante como cultivo de la vida en familia, y en la educación y la transmisión de valores, como la confraternidad y la solidaridad universal, que resultan en una vida más feliz.

En alusión al conventillo Mediomundo, hoy inexistente, el Lobo recuerda que en aquel recinto habitaban grupos integrados de todo tipo de personas, que convivían muy unidas y con gran respeto entre ellas. Sus habitantes, aun en las divergencias personales, constituían una verdadera familia. En aquel ambiente, el candombe era un ejemplo de convivencia, se aceptaba todo.

Respecto a las comparsas uruguayas de tambores, el Lobo afirma que existen en todo el mundo y que hablan en nombre de la nostalgia que produce el recuerdo de Uruguay.

En cuanto a las Llamadas, el Lobo sostiene que actualmente el evento le transmite otras cosas, distintas de las originales. Afirma que hoy apuntan al turismo y se han transformado en algo que ha perdido la esencia. Son multitudinarias y han incorporado cortes, arreglos y toques que nada tienen que ver con el candombe patrimonial. El candombe se ha distorsionado. En sus principios, el barrio lo tomaba como algo propio, tanto más disfrutable. Hoy los grupos se preocupan por los atuendos, los maquillajes, las cámaras, son otras cosas las que se valoran.

El magnánimo reconocimiento al Lobo como ciudadano ilustre abre una puerta importante para promover la cultura del candombe e introducir a su reflexión y su impulso. Y, aunque sea mínimamente, logra también un poco de justicia con una historia siempre relegada.

Tomás Olivera Chirimini es presidente de la asociación civil Africanía y director del conjunto Bantú de Montevideo. Integra el Repertorio Internacional de Especialistas en la «Africanía» (Cátedra Unesco) y fue reconocido con la distinción «Herencia de la música africana en las Américas y el Caribe» en el Festival Panafricano de la Música 2005, en Brazzaville (Congo francés).

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