La transformación del paisaje - Semanario Brecha

La transformación del paisaje

Museo Histórico Cabildo de Montevideo. Hasta noviembre.

Una serie de eventos culturales y exposiciones nos llama la atención sobre la importancia de la valoración de nuestro entorno natural. La reciente reapertura en local remozado del Museo de Historia Natural, el más antiguo del país, con 180 años de historia, es sin lugar a dudas el más relevante de estos sucesos, porque además establece un puente con el Espacio de Arte Contemporáneo y recupera con sus plazas y juegos un rincón del barrio La Comercial que hasta hace unos pocos años ofrecía un aspecto deteriorado. Pero hay otras instancias que se suman y que vale la pena anotar: la exposición en la fotogalería del Parque Rodó (Cdf) Naturaleza extravagante, de Gustavo Casás y Alejandro Sequeira, la exposición fotográfica El herbario del Museo y Jardín Botánico, en el Jardín Botánico del Prado (Cdf y Mvjb), y la que hoy nos ocupa, Patrimonio natural, una exposición de acuarelas, grabados históricos y proyección de videos y audios actuales en el Cabildo.1 Todas comparten una mirada puesta en la belleza y en el disfrute, con un dejo decimonónico en el concepto de naturaleza, es decir, de observación, estudio y recolección (de imágenes, de especies vegetales), mas no de excesiva intervención (mecánica, genética, etcétera), un poco al estilo de los naturalistas del siglo XIX. Y de todas las exposiciones, la que adopta un discurso más crítico es precisamente la del Cabildo: “Desde la llegada de Hernandarias ha desaparecido un porcentaje alarmante de monte nativo y cientos de especies necesarias para el equilibrio ecológico. Externalidades negativas, oferta y demanda, lógicas que no contemplan el costo social. El Pbi no mide la belleza del paisaje, el crecimiento no es infinito y la biósfera tiene un límite”.

La muestra ofrece material interesante y bien montado, especialmente las acuarelas originales de Emeric Essex Vidal, pero también las no tan conocidas litografías gauchescas de Deodoro de Pascual y una vista panorámica de Montevideo tomada hacia 1850 desde el campanario de la Iglesia del Reducto, por José Lipsky, que no tiene desperdicio en los detalles miniaturistas, como la mujer tendiendo la ropa y las gallinas picoteando cerca de un horno de barro. Las delicadas acuarelas de Dámaso Antonio Larrañaga se proyectan en sala, resultado del hermoso trabajo de divulgación de M Duarte, C Serra y L Venturini, que dio a luz el año pasado el libro Naturaleza ilustrada, con dibujos y textos que el fundador de la Biblioteca Nacional realizara a fines del setecientos y principios del ochocientos. Estas imágenes más algunas de Hequet, de Besnes e Irigoyen, pertenecientes a la colección del Cabildo, “interactúan” con videos del bosque nativo del área rural del oeste montevideano, así como con diversos paisajes sonoros registrados recientemente. La exposición busca documentar el deterioro del paisaje, dado el fuerte impacto de los sistemas productivos que se vienen desarrollando desde la época colonial. Sin embargo, prima un clima bucólico, de sutilezas, sin las estridencias que en el fondo suponen la violenta transformación del paisaje. En ese sentido, si bien se concuerda con los presupuestos críticos del guion curatorial, no parecen ser efectivos los resultados. O en todo caso exigen del visitante un esfuerzo de interiorización en el tema mucho mayor. Quizás el resultado buscado se obtiene a la salida del apacible ambiente colonial del Cabildo, cuando el frenesí de la Ciudad Vieja nos golpea en toda su cruda dimensión posmoderna.

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