En El discurso vacío
Levrero plantea la escritura como un ejercicio caligráfico capaz de producir
cambios en el carácter. Quizá la potencia de la novela esté en esa distancia
radical que impone desde dentro, pues entre dicha intención y la experiencia de
lectura en el soporte del libro media una ironía insalvable: la presencia
del sujeto siempre termina por perderse en el molde de la letra. En la
actualidad reina una mirada teleológica que ve en el texto impreso una
instancia de llegada de la producción literaria, perdiendo de vista el largo
proceso de borrones, tachaduras, sobreescrituras, en definitiva, tanteos que
forman parte del fenómeno literario.
Desde
2012, la Biblioteca Nacional edita con frecuencia anual la revista Lo que
los archivos cuentan, que según explica su directora Carin...
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