En la última línea de El ABC de Byobu, Ida Vitale escribe: “¿Hacia dónde corremos los que estamos tan quietos?”. Con estas palabras interpela al lector y suscita un problema. Porque, ¿qué es Byobu sino una criatura de derivas, un ser imaginario que va pero en realidad viene, aunque tampoco se sabe de dónde viene ni a dónde va, como si persiguiera una llave para salir y entrar al mismo tiempo? ¿Qué parece Byobu sino un dibujo fuera del margen, que florece en sus contradicciones y hospeda en sí mismo el principio y el fin?
En el primer relato del libro, la voz que narra las historias –la voz que narra a Byobu– consigna ciertas dudas del personaje “sobre su existir oscuro” y la pesadumbre de sentirse “obligado a escrutar como un filatélico los bordes de su posible aparición”. Eso importa, po...
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