De lejos no se ve - Semanario Brecha

De lejos no se ve

Los tatuajes son quizás el recurso más popular para expresar identidad. En palabras, frases o símbolos, estos dibujos convierten a la piel en una especie de lienzo de la que es posible extraer información que puede servir, por ejemplo, para identificar personas o esclarecer crímenes.

Los tatuajes son quizás el recurso más popular para expresar identidad. En palabras, frases o símbolos, estos dibujos convierten a la piel en una especie de lienzo de la que es posible extraer información que puede servir, por ejemplo, para identificar personas o esclarecer crímenes.

En Estados Unidos los tatuajes son un código de identificación entre las pandillas. Por ejemplo, el dibujo de una corona con cinco puntos significa la pertenencia a los Latin Kings, banda numerosa y longeva que se originó en los años cuarenta en Chicago y hoy tiene gran influencia en varios países de Latinoamérica, como Brasil, Perú, Venezuela y Ecuador. Otra organización criminal que utiliza esta forma de identificación es la Mara Salvatrucha, originaria de California, cuyos integrantes tienen tatuado “MS” o “MS-13” en la espalda. La asociación de los tatuajes con las pandillas es tal que se ha prohibido el paso de las fronteras a un sinfín de personas por poseer el dibujo “equivocado” en algún lugar visible de la piel. Lo mismo sucede con el derecho de admisión en puntos de gran concurrencia, como los parques temáticos de Disney.

En algunas cárceles del mundo los tatuajes también han servido para adjudicar y esclarecer crímenes, y se han utilizado como forma de comunicación entre reclusos. En Rusia, por ejemplo, un puñal atravesando el cuello significa que el preso asesinó a alguien en la cárcel y está dispuesto a hacer trabajos para otros. La calavera y los huesos cruzados en los hombros indican que el prisionero está cumpliendo cadena perpetua; y un ataúd, que cometió un asesinato.

En Argentina la lectura de tatuajes carcelarios ha sido un recurso aprovechado por la justicia. Allá por 2005, antes del boom de la tinta, una investigación coordinada por el Ministerio de Justicia en centros de reclusión de todo el país encontró patrones similares en los tatuajes de la población carcelaria que ayudaron a determinar los antecedentes. Por ejemplo, si la persona tiene tatuados cinco puntos, un dibujo de manos esposadas, telarañas o alambres de púas, significa que no es la primera vez que llega a un centro de reclusión. Tatuajes de serpientes o víboras indican rechazo a la figura del policía. Y si esta imagen es acompañada por la de un puñal, significa que el involucrado arremetió contra algún agente o prometió hacerlo. Otros tatuajes representan los rangos; la jerarquía más alta es representada por “san La Muerte”, un “santo” por supuesto no reconocido por la Iglesia, muy popular en el noroeste argentino, que se representa mediante una calavera vestida con una túnica y una guadaña en la mano.

A pesar de la gran tradición artística de las culturas asiáticas, en Japón usar tatuajes no está bien visto por la sociedad porque se suelen asociar con la Yakuza, la mafia japonesa. Sus integrantes son malhechores descendientes de los criminales de la era Edo (1603-1868), que fueron tatuados como castigo por las autoridades de la época. Hasta hace pocas generaciones sus tatuajes ocupaban gran parte de la piel y cumplían con patrones similares en cada integrante, utilizando pequeños símbolos cuyos significados referían a las características y virtudes de cada delincuente, como el poder dentro del grupo, la lealtad, el coraje, la fuerza y la obediencia.

La nueva camada de esta legendaria dinastía de criminales, que es perseguida por estar vinculada a extorsiones, falsificaciones, estafas, prostitución, narcotráfico y apuestas clandestinas, se ha ocupado de disimular un poco más su condición y utiliza tatuajes más discretos, ubicados en zonas poco visibles. Lo paradójico es que, a la inversa de lo que sucede con los yakuza, la población en general está cada vez más interesada en tatuarse, ocupando más espacio de la piel. Aun así en muchos sitios públicos, como baños u oficinas, carteles y señalizaciones indican que está prohibido el ingreso de cualquier persona con tatuajes a la vista, aunque se trate de un inocente “Mamá te amo”.

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