En Verano, escrita y dirigida por Florencia Caballero (Inés. Eventualmente el amor triunfará, Cheta, Mal escrita), lo colectivo se respira en la escena desde el inicio. La anécdota muestra a un grupo de amigos que comparten el alquiler de un rancho en Rocha como un ritual en sus vacaciones, y sigue sus historias de vida por un período de 15 años. Los actores que comparten el elenco son amigos y compañeros de Caballero, por lo que este proyecto fue gestado en forma grupal y creado en un proceso de varios años. Contenidos en una deslumbrante escenografía que simula una gran duna, este grupo de amigos reconstruyen escenas que los atraviesan, durante los años que coinciden con los gobiernos progresistas en Uruguay. El paso del tiempo, los cambios en los vínculos y las formas de ver y entender el mundo son solo algunas de las líneas que este equipo investigó en profundidad. Si bien la escena se ubica fundamentalmente en el entorno rochense (en un balneario que, por referencias a casos policiales reales, podría tratarse de Valizas), el foco de atención del texto no se encuentra en la distensión. Caballero va hilvanando momentos de la historia de estos personajes sin un orden lineal, así como la memoria reconstruye e imagina los momentos vividos.
Este desorden acompaña los estados y los momentos vitales. Los amigos, interpretados por María Eugenia Pirotto, Ramiro Pallares, Cecilia Yáñez, Pablo Musetti, Laura Almirón y Sofía Espinosa, logran a la perfección un vínculo fraterno signado por los años. Caballero aprovecha la completa formación de estos excelentes intérpretes para utilizar recursos musicales que atraviesan la pieza, mientras dibujan estados de ánimo y subrayan momentos narrativos. Musetti acompaña con su guitarra, interpretando canciones que son cantadas en vivo con gran desempeño vocal por el elenco, en el que se destaca el trabajo de Pirotto.
El trabajar con un período largo de tiempo permite visualizar los cambios vitales de los personajes, tanto lo relacionado con las cuestiones de la edad como las transformaciones ideológicas. De esta forma, Caballero expone la manera en la que esta generación vivencia las diferencias de género, las ideas sobre el feminismo, las concepciones sobre las clases sociales, la identidad sexual, las proyecciones sobre el estatus y las formas de ganarse la vida. Sin usar un discurso directo, las acciones de los personajes van revelando esos cambios, con una narración que acierta al abordarlos. Se trata de un retrato de la generación progresista: el grupo de amigos de clase media viaja a Rocha para alquilar el rancho de una vecina local que debe exiliarse de su casa en verano como forma de sobrevivencia; el vínculo de este grupo con el personaje que interpreta Almirón (que se desdobla en dos roles) aporta el costado dramático a esta puesta cargada de humor y deja a la vista, en cada encuentro, muchas de las contradicciones con las que estos personajes conviven. Este microuniverso habla mucho de la sociedad en la que los personajes han crecido, aunque no abunde en referencias políticas reales.
Con un excelente montaje técnico a cargo de Cecilia Bello y Juan Andrés Piazza, la puesta sostiene a la perfección la coherencia entre la juventud y la adultez de cada personaje. Así, atraviesa el paso de los años para reflejar un aquí y ahora ciertamente intranquilo.