Con dos discos editados y canciones que hablan un poco de todo, la música de Papina de Palma ya tiene un lugar asegurado en la escena montevideana. Viene de compartir fecha en el Teatro Solís con Ángela Alves el mes pasado, pero además en estos últimos años sus canciones también anduvieron por Argentina, México, Colombia y España. Este jueves tocará en Unplugged, un proyecto de difusión musical gestionado por la Banda Sinfónica de Montevideo con el propósito de dar un espacio de reconocimiento y difusión a artistas nacionales en un formato íntimo1.
Fue integrante del coro Coralinas, dirigido por Carmen Pi. Hizo carnaval con Falta y Resto y Valores de Ansina. Compartió canciones con grandes músicos y músicas de nuestro país. Ganó un premio Graffiti a mejor álbum pop por Instantes decisivos y otro como mejor artista nueva. Además, brinda talleres de escritura de canciones.
Su repertorio cálido y sensible, que hablaba del amor en Instantes decisivos, su primer álbum, se transformó en 2020 con un EP de cuatro canciones que tituló Lo que encontré mirando para adentro, para continuar ampliándose con la edición de Esta podría ser la señal, su segundo disco, en 2021. Es que Papina abraza la contradicción y no les teme a los cambios. Su música intenta reflejar distintos momentos de su vida y, por suerte, y en el mejor de los casos, dice, tanto la música como la vida mutan con el paso del tiempo.
—¿Con qué nos vamos a encontrar este 2 de mayo?
—Vamos a tocar con mi banda completa más nueve invitades de la Banda Sinfónica. Yo estoy copada. Normalmente me gusta mucho tocar con mi banda y en esta oportunidad siento que va a ser algo único. Es un formato chico dentro de la Banda Sinfónica, por eso el nombre del ciclo, pero en realidad yo más que unplugged voy a 220, enchufadísima.
Mi banda completa somos Julia Melo en la guitarra eléctrica, Fede Blois en la percu, Guille del Castillo, que toca el bajo, la guitarra, el sitarel, la mandolina, y yo en la guitarra acústica. Después está mi sección fija de vientos y además les invitades de la Banda Sinfónica, que van a ser todos vientos, metales y maderas. Hay clarinete, saxos, trompetas, flauta, fagot… va a ser un despelote. Es un privilegio para mí poder jugar con todas estas herramientas, es toda una aventura. Hoy pensaba cómo se podía explicar qué significa para mí tener todo esto para jugar y sería como ser veterinaria y que te traigan un dinosaurio… Siento que armé un grupo de gente con la que trabajo que está muy contenta de estar en este proyecto, y yo también, entonces eso hace que hayamos hecho muchos más asados que shows. La pasamos muy bien, el entusiasmo es colectivo y eso es reimportante.
—Y en la Sala Zitarrosa, que es un lugar emblemático para músicas y músicos…
—Sí, yo presenté mi primer disco en la Zitarrosa. Es una sala de primer nivel y que siempre fue accesible y estuvo dispuesta a abrirles las puertas a artistas en todos los estados de su carrera, gente que recién empezaba, gente reposicionada. También he tocado ahí otras veces y seguro voy a volver a tocar muchas veces más, porque siempre es una sala compañera.
—¿Cómo definirías tu música?
—Me gusta pensar que hago canciones compañeras. Si hay algo que me gustaría que pasara con mis canciones es eso: que sean compañeras. Hablan de cosas que me pasan a mí y yo soy bastante común, entonces son cosas que les pasan a otras personas también. Yo me voy transformando y siento que el contenido de las canciones también. Son canciones de una señora que habita la contradicción todo el tiempo. Siento que es una manera de decir la verdad. No solo las canciones, porque ahora con el uso de las redes les artistas no somos solamente las cosas que hacemos artísticamente, sino lo que compartimos en nuestra cotidianidad, y todo eso va cambiando con relación a las cosas que voy pensando. Por ejemplo, cuando recién me puse en contacto con el feminismo sentía que tenía que escribir todo de una forma muy coherente con todas estas cosas que estaba descubriendo y que me parecía, y me sigue pareciendo, que son las correctas. Y envejeciendo me fui dando cuenta de que era medio imposible estar todo el tiempo alineada a lo que a mí me parece que es correcto y siempre ser coherente con las ideas, es muy difícil y agotador tratar de sostener eso sobre el propio cuerpo.
—Has ido cultivando a lo largo de los años un público que te apoya y acompaña.
—Sí, y a la vez en los shows pregunto quién es la primera vez que viene y levanta la mano mucha gente. Eso me pone recontenta, se va expandiendo. Sigue llegando gente nueva.
—¿Y eso cómo te hace sentir?
—Muy bien, sobre todo cuando veo que hay gente más joven; me parece un triunfo. Es un trabajo constante. Cuando saqué mi primer disco tuve un crecimiento muy veloz, por lo menos dentro de mis parámetros, y después se desaceleró un poco, pero no se detiene. Siento que es importante ser agradecida con cualquier persona que se sume, no necesariamente tiene que duplicarse o triplicarse la cifra. Si hay diez personas nuevas en un show, es un montón. Hay que tener cuidado y ser consciente de que es una cantidad de gente a la que eso le llegó. Porque a veces no es difícil ser un poco viciosa y perder de vista que están pasando siempre un montón de cosas, aunque sea en lo más chiquito.
—Cantaste en el Solís, llevaste tus canciones por varios países, grabaste con grandes músicos y músicas de nuestro país, hiciste carnaval. ¿Qué falta? ¿Con qué soñás?
—No sé si tengo un objetivo marcado, pero sí me doy cuenta de que aún hay trabajo por hacer. Pienso, por ejemplo, en que me gustaría llegar a determinados festivales del interior del país. Me gustaría poder viajar más en condiciones cada vez mejores y hacerlo con mi banda, porque hasta ahora vengo haciéndolo sola. Girar y grabar te diría que es lo que más me gusta.
—2023 fue un año movido para tu música, ¿qué se viene para este año?
—Voy a grabar un disco nuevo, que todavía está en el plano de lo nebuloso pero es un hecho. Algunas son canciones que vengo tocando, otras son nuevas y otras seguramente todavía no están creadas. Voy a volver a trabajar con Juanito el Cantor, que fue el productor de mi primer disco, y vamos a grabarlo con la banda, que es algo nuevo para mí porque siempre grabé con sesionistas. Me entusiasma mucho aprovechar la familiaridad que se está dando en este grupo.
—Además guiás talleres, ¿de qué se tratan?
—Estoy hace años dando unos talleres de escritura de canciones que me encantan. Cada tanto armo grupos; ahora, por ejemplo, estamos con un grupo en el INJU [Instituto Nacional de la Juventud] que está divino y a veces hago grupos en mi casa. Para este año lo nuevo es que estoy haciendo acompañamientos individuales en los que trabajamos en función de lo que cada une necesita. No todas las personas necesitan escribir canciones, hay otras, por ejemplo, que necesitan resolver algunas cuestiones de autogestión o pensar una idea de videoclip… Y pasan cosas muy lindas, lo redisfruto.
Hay algo que me pasa frecuentemente, y que comparto en los talleres, y es lo que llamo «la tía resentida». Esa señora son las voces internas que, cuando creás algo, te dicen «qué porquería esto, es horrible, es un lugar común». Yo, por ahora, no sé cómo hacer que se callen, pero sí he aprendido a tratar de que no me detengan, a no actuar en consecuencia. Eso es un descubrimiento que me resulta muy útil. Cualquiera puede hacer canciones, lo que hace falta es animarse.
1. Las entradas salen 380 pesos y pueden adquirirse por Tickantel.