Para quienes a fines de los años ochenta del siglo pasado asistíamos con cierta timidez a las expresiones más innovadoras del arte contemporáneo, la palabra videoarte tenía una connotación predominantemente tecnológica. Conocíamos, a través de revistas y de charlas con «proyecciones», el trabajo de los estadounidenses Nam June Paik, John Baldessari, Bruce Nauman, no mucho más. Porque pese a que en Uruguay ya se estaba gestando el Núcleo Uruguayo de Videoarte entre un grupo de artistas y entendidos locales, la información sobre el arte no fluía como ahora ni nada parecido. Los viajes en las décadas siguientes y el desarrollo de internet nos desasnarían de esta impresión inicial. Pero entonces nos seducía más la proliferación de cables y de pantallas (¡tan costosas!) en las instalaciones de ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate