Monumentalmente - Semanario Brecha

Monumentalmente

La prensa informa que la Comisión de Patrimonio dio su visto bueno a una propuesta presentada por la empresa Gómez Platero para la construcción de un memorial mundial a la pandemia. No aclara, sin embargo, los fundamentos de dicha decisión. En plena pandemia, con el peligro de un nuevo empuje del virus a nivel global y el helicóptero de Larrañaga paseando intensamente sobre nuestras cabezas, la empresa propone la construcción de un memorial que sería mundial (vaya a saber uno qué quieren decir con ello) y que además, según trascendidos de prensa, habría que aprobar rápidamente.

Sus promotores plantean la construcción de un «espacio orientado a la reflexión». ¿Cuáles serían sus fundamentos? Según ellos, la iniciativa «tiene como objeto seguir construyendo una conciencia colectiva que nos recuerde que el hombre no es el centro del ecosistema en que vivimos, ya que siempre estará subordinado a la naturaleza». ¿A qué se refieren con seguir construyendo? ¿Cuándo y dónde fue que empezamos a hacerlo? ¿Cómo relacionan todo esto con la pandemia? Los fundamentos expuestos no lo explican.

De todas maneras, pensando en un espacio orientado a la reflexión en el sitio elegido, ¿no es más adecuado en su condición actual que en la condición propuesta? Visto que «la escala imponente del paisaje marítimo dramatiza la experiencia», ¿será un buen aporte dramatizar aún más la experiencia de la pandemia? ¿No será suficiente, o incluso mejor, colocar una placa?

Para sus autores es claro que no. La propuesta de la empresa Gómez Platero consiste en construir una losa circular de hormigón armado de 40 metros de diámetro sobre las rocas de la Isla del Mono. Tiene un costo estimado en más de 1.300.000 dólares, que generosamente asumiría un conjunto de empresarios privados. Si bien dicha losa tiene una «forma simple y contundente», según sus autores la propuesta suma una «atemporal potencia expresiva» que, curiosamente, también es «silenciosa». Aunque afirman que «el hombre no es el centro» y «la naturaleza en estado puro […] nos recuerda […] nuestra frágil condición», esta «dilatación adjetivada del espacio público […] adoptará los diversos usos que el colectivo le asigne». Pero entonces ¿el memorial también tendría otros usos? ¿A ello se refieren con la dilatación adjetivada del espacio público?

Me impresiona un poco saber que la propuesta, para sus autores, «estimula la creación de atmósferas sensoriales en las que la alternancia de los sonidos y los silencios del lugar nos permita reflexionar, escuchar nuestro interior e imaginar un futuro compartido alentador: hacer de la Tierra el mejor lugar para vivir». Tengo unos amigos que afirman que criticar es fácil. Es cierto, pero no puedo dejar de señalar que si la empresa Gómez Platero quisiera colaborar con hacer de la Tierra el mejor lugar para vivir, hay varios sitios, en nuestro departamento, mucho más pertinentes y socialmente convenientes donde invertir esos dólares y esas capacidades técnicas tan solidarias con la condición humana, particularmente en el marco de la pandemia actual y sus brutales impactos sociales. Tal vez una linda escuela, o una pequeña plaza bien acondicionada, o un centro para la tercera edad; en fin, una obra que sume calidades en alguna parte del tan publicitado «Montevideo olvidado». Seguro que sí.

Visto que «la escala imponente del paisaje marítimo dramatiza la experiencia», ¿será un buen aporte dramatizar aún más la experiencia de la pandemia? ¿No será suficiente, o incluso mejor, colocar una placa?

Sin embargo, la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación allanó el camino para efectuar la propuesta. El presidente de la Comisión considera que el memorial es una pieza que no resta valor a la rambla, sino que se lo agrega. Aun así, ¿será necesaria? Aunque no lo dice, tampoco lo niega. Según Búsqueda, el presidente de la Comisión también sostuvo que, al ser una construcción baja y con un diámetro relativamente acotado, no afectará el paisaje visual. Curiosa paradoja: al mérito de ser los primeros en concretar un memorial mundial a la pandemia agregaríamos la construcción del primer monumento invisible. El jerarca también sostuvo que el memorial no afectará el medioambiente. Por las dudas, sin embargo, se pidieron los estudios correspondientes… y supongo que por las dudas también se le pidió a la empresa que el memorial fuera desmontable para que se pueda retirar en caso de alguna afectación… Al margen del lindo desafío técnico que representa hacer desmontable una losa de hormigón armado de 1.200 metros cuadrados, ¿la obra afecta o no afecta?

Trascendiendo la estrecha mirada objetual, el presidente de la Comisión entendió que no es de recibo discutir mucho más. «¿Entre quiénes? ¿Quiénes tienen más o menos representatividad?» Aun tratándose del espacio público opina que «el proyecto ha tenido mucha difusión en las redes sociales y en varias instituciones en el mundo, por ejemplo, en la Universidad de Harvard». Aunque en la presentación corporativa de la web no está muy clara la opinión de Harvard, lo cierto es que la Universidad de la República (Udelar) cometió la osadía de poner en cuestión algo tan diáfano y sentido como este humilde «espacio multisensorial, frontera entre lo local y lo global, entre el territorio construido y el natural», en palabras de sus autores. Según declaró a la prensa la representante de la Udelar en la Comisión, la profesora Ana Frega, «un memorial es un “recordar juntos”, por lo tanto, hay que discutir qué es lo que vamos a recordar… Sinceramente no encontré ninguna razón que justificara esta votación de apuro. La construcción del memorial no tiene urgencia y si había voces dentro de la Comisión que planteaban dudas, habría que haber esperado». «Realmente no sé dónde está el problema», afirmó el presidente de la Comisión a Búsqueda. «¿Quiénes tienen más o menos representatividad? De iniciativas de particulares está lleno, pero en este caso es el presidente quien lo apoya, ¿qué más validación que esa?»

No salgo de mi asombro. Aun tratándose de Búsqueda, sospecho que los periodistas no hicieron bien su trabajo. Porque si así respondió Rey, es muy preocupante. ¿Se imaginan a un presidente definiendo qué es y qué no es patrimonio?

En temas tan sensibles, que refieren a nuestra manera de representarnos y por lo tanto de pensarnos, es bueno reflexionar con tranquilidad y sin urgencias. También es bueno que el colectivo ciudadano debata y haga suyos los distintos puntos de vista. Ello, naturalmente, lleva tiempo. A la representante de la Udelar le asiste la razón. No hay ningún apuro en tomar alguna decisión. ¿Por qué lo habría? Es esencial que todos sepamos qué recordamos. Para estar de acuerdo o no, para ejercer nuestro derecho ciudadano de participar, para pensar y construir juntos nuestra ciudad. Para que el pelotón también pueda dar su punto de vista.

***

En 1945, en la inmediata posguerra y con los monumentos conmemorativos al orden del día, el poeta francés Jacques Prévert alertaba con claridad y pertinencia sobre algunos riesgos que presentaba el tema. Vale la pena recordarlo.

«No hay que dejar que los
/ intelectuales jueguen con fósforos

Porque, señores,
cuando se lo deja solo

El mundo mental, señoooores

No es para nada brillante

Y ni bien está solo

Trabaja arbitrariamente

Erigiéndose para sí mismo

Y según dice generosamente
en honor
/  de los trabajadores de la construcción

Un automonumento

Repitámoslo: Señooooores

Cuando se lo deja solo

El mundo mental

Miente

Monumentalmente».

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