Veintitrés años cumplió el taller de música dirigida a niños que la cantautora Erika Büsch¹ abrió en una Montevideo que percibe impropia. Más propio siente el Interior, que la instó a regalarle escenario del Solís a un artiguense y culminar, reciencito, un disco inflamable.
—El taller Tucanción tiene más de dos décadas: ¿qué introdujo, en tu carrera solista, esta especialización en público infantil?
—Viene del día en que la maestra del jardín al que iba tomó una guitarra y cantó; me cayeron lágrimas plenas de encanto. En mi casa, además, siempre sonaban María Elena Walsh, el Pro Música de Rosario, Canciones para no dormir la siesta.
—¿Había músicos en la familia?
—No, mi padre era artista plástico y tuve una abuela que tocaba la mandolina con fines recreativos (risas). Pero la música siemp...
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