El economista Fernando Esponda respondió la semana pasada en Brecha a un artículo que escribí también en este semanario sobre el Ute Premia (Brecha, 8-I-16). Su crítica está centrada en que este plan de Ute tiene impacto sobre la inflación sólo en el primero y en el último año en que es aplicado. En los restantes tendría un efecto neutro, ya que se “netea” o neutraliza a lo largo de cada año. Asimismo, Esponda sostiene que no es correcto afirmar que el Ute Premia perjudica a los trabajadores y a quienes reciben transferencias contributivas y no contributivas, ya que discrepa con la idea de que los ajustes del salario son sistemáticamente menores a los que deberían ser si no existiera el Ute Premia.
Me detendré en demostrar que el Ute Premia no es neutral sobre los salarios. Para ello hagamos un ejercicio con los siguientes supuestos. En el año cero se establece que no habrá aumentos de salario real, según lo acordado en la ronda de los consejos de salarios. Los ajustes por inflación serán anuales y se fijarán en enero de cada año, momento en el que se adelantará el porcentaje de la inflación esperada. Para eso se tomará como referencia la estimación del Banco Central (Bcu) de que la inflación será de 5 por ciento.
Ahora supongamos que existe un trabajador que consume una canasta dada de bienes y servicios. En el año cero su salario es de 100 pesos (véase recuadro). La canasta que consume también le cuesta 100 pesos. El trabajador puede así comprar el 100 por ciento de la canasta. Pero como la inflación estimada de 5 por ciento hará crecer el valor de los bienes y servicios que consumirá durante ese año, se le ajustará por adelantado, en enero del año 1, la pérdida salarial generada por la inflación anual. De modo que a partir del 1 de febrero, comenzará a cobrar 105 pesos. Debido a la inflación de enero y con el salario de ese mes, podrá comprar un 104,7 por ciento de la canasta. Si la inflación efectiva fue la pronosticada, este trabajador no tendrá pérdida de salario real y todos los meses podrá comprar la canasta. Incluso en los primeros meses tendrá un poder adquisitivo mayor, que irá perdiendo a lo largo del año.
Pero sucede que durante el año 1 la inflación fue mayor a la pronosticada por el Bcu, y cerró en 10 por ciento (suponiendo que todos los meses aumentó lo mismo). Esto hace que en diciembre del año 1 el trabajador sólo pueda comprar el 95,45 por ciento de la canasta, y no la canasta entera (cosa que ocurre desde julio de ese año). En el promedio anual podrá comprar un 99,8 por ciento de la canasta. En enero del año 2, se vuelve a ajustar el salario aplicando el correctivo de inflación: se había pronosticado 5 por ciento, pero fue de 10. Por lo tanto, en enero del año 2 vuelve a estar en la misma situación de un año atrás. Como la inflación es la misma, esta situación se repite para todo el ejercicio que dura este convenio.
Esponda sostiene en su artículo que el Ute Premia tiene un efecto neutro sobre el salario, sin embargo para el trabajador de este ejercicio no es así. Para demostrarlo hagamos el mismo ejercicio y apliquemos el Ute Premia en diciembre del año 2. En el año 1 sucede lo mismo que en el ejercicio anterior. Pero en diciembre del año 2 se aplica el Ute Premia, que tiene un impacto de -1 por ciento sobre la inflación de ese mes. Es por esto que la inflación anual cerró en 8,04 por ciento, y no en 10 por ciento como en el ejercicio anterior.
Al mes siguiente, en enero del año 3, corresponde un ajuste salarial para aplicar el correctivo. Como bien explica Esponda, el Ute Premia tiene impacto en dos meses sobre la inflación: en el que se aplica (a la baja) y en el siguiente (al alza). Por tanto, en el primer mes del año 3 el impacto del Ute Premia acelera la inflación. Es decir, en vez de comprar 104,7 por ciento de la canasta, pudo comprar 102,3; y ya en abril no podrá comprar toda la canasta. Y en el promedio anual podrá comprar 97,9 por ciento. Si el Ute Premia se sigue aplicando en diciembre, todos los años le pasará lo mismo, y recién podrá recuperar su salario cuando se retire el programa. En ese momento la inflación subirá por única vez el mismo monto que había bajado el primer año, y el trabajador ajustará su salario y podrá comprar un 104,7 por ciento de la canasta.
Como bien señala Esponda, el Ute Premia tiene un efecto neutro sobre la inflación cuando se compara el primer año en que se aplica con el último, ya que se “netean”. En el medio, la inflación anual es “neteada” por la baja en un mes y la suba en el otro. Pero no tiene un efecto neutro sobre el salario, conclusión que Esponda subestima y tilda de incorrecta.
Por otro lado, cuando Esponda sostiene que el Ute Premia no afecta la inflación no tiene en cuenta otros comportamientos afectados que pueden ser causantes de la inflación. Para abordar el impacto del Ute Premia sobre la inflación (cosa que no me propongo) habría que incorporar otras variables. Por ejemplo las que permitan analizar el impacto que tiene el menor ajuste salarial en la cadena de precios, o cuánto afecta la pérdida del poder de compra de las transferencias en el déficit fiscal, y éste en la inflación.
Un trabajo del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) estudió el traslado de salarios a la inflación.1 Allí se muestra que el salario explica aproximadamente un 30 por ciento del crecimiento de los precios, dando cuenta de que los aumentos de salarios no son tan inflacionarios como algunos creen. Pero también da cuenta de que una medida que afecta el salario real (Ute Premia) puede tener impactos sobre la inflación. Habría que estudiarlo en rigor, pero decir que no afecta la inflación, como sostiene Esponda, es apresurado. De todas formas, también puede ser un error de mi parte entender que el plan es una medida “antinflacionaria”, ya que aún no está demostrado. Hasta entonces sugiero que ubiquemos al Ute Premia como una medida de “manejo antipopular de la inflación”.
Por último, Esponda cita un blog2 donde aparecen cálculos, gráficas, ejemplos y contraejemplos que complementan su análisis en Brecha. Muchos son interesantes, pero también contienen errores de notoriedad. No incluye a jubilados, pensionistas y beneficiarios de las asignaciones familiares del Plan de Equidad, que también se ven afectados porque ajustan en enero. En su ejemplo del “Ute Castiga” hace creer a los lectores que con esa política se aumentaría el salario real y que la Ute mejoraría sus ingresos, resolviendo el problema del déficit fiscal. Sin embargo Esponda no incorpora que la Ute y todo el Estado deberán pagar mayores salarios reales, jubilaciones y pensiones, así como aumentar en términos reales las asignaciones familiares. Además, como el “Ute Castiga” implica una inflación creciente, puede dar lugar a una severa “escalada inflacionaria”, costo que seguro pagan los que menos tienen. n
* Economista, integrante de la cooperativa Comuna.