Recién al mediodía del lunes 11 la Mesa Política departamental dio una breve conferencia de prensa para admitir que “la población eligió otro proyecto político” y se llamó a un tiempo de reflexión antes de ingresar en autocríticas. Con el paso de los días militantes de todos los sectores han comenzado a reclamar un mea culpa de la cúpula partidaria y una nueva forma de conducción que permita retomar la senda hacia 2020. El concepto expuesto ante la consulta de Brecha es claro: “No ganaron ellos, perdimos nosotros”. Citan fallas de gestión, desinteligencias estratégicas, heridas internas aún abiertas, un paulatino alejamiento de las bases, traspiés en la estrategia comunicacional.
Pero tampoco hay que quitar mérito a la oposición. La ley de lemas jugó a favor de la ingeniería blanquicolorada y puso el broche a la cadena de desaciertos oficialistas.
RESULTADOS. De acuerdo al escrutinio primario de la Corte Electoral, el Pn ganó el domingo con una diferencia de 6.620 votos sobre el Fa. Darío Pérez fue el candidato más votado de todos los partidos a nivel individual (30.550 votos), superando a Enrique Antía por 2.560 adhesiones. Pero, como hace 15 años y ante el mismo contrincante, perdió por la ley de lemas. Esta vez ocurrió que los otros dos candidatos frenteamplistas aportaron poco menos de 12.000 votos (Pablo Pérez 6.458 y Horacio Díaz 5.275), mientras en el Pn Rodrigo Blás contribuyó con 16.393 y Martín Laventure con casi 5.000 para el triunfo de Antía.
Los resultados revelan que el Fa obtuvo unos 600 votos menos que en octubre, mientras el Pn creció en 8.500 con respecto a aquellos comicios. El Partido Ecologista Radical Intransigente, que consiguió 1.500 en las nacionales, no se presentó. En este contexto, con 6.400 votos en blanco o anulados en el departamento, se infiere que el Fa fracasó en captar voluntades extrapartidarias. La “concertación” secreta entre sectores del Pn y los colorados de Vamos Uruguay, a la luz de los resultados, existió. El Partido Colorado (Pc) perdió 10.600 votos con respecto a octubre (más de la mitad): el batllista Eduardo Elinger la peleó y arañó los 6.000 votos, pero el candidato de Vamos Uruguay, Jorge Schusman, no llegó a los 2.000 aunque su sector tuvo el 59 por ciento de las voluntades en las nacionales.
DOS SAYOS. Mientras la Mesa Política reflexiona y se prepara para la autocrítica, entre los frentistas la derrota ya tiene nombres y apellidos: Óscar de los Santos (Espacio 738) y Darío Pérez (Cabildo), líderes carismáticos y excluyentes, acusados de impedir el surgimiento de otros liderazgos y de propiciar una oferta electoral con dos candidatos sin llegada a los ciudadanos.
De los Santos tuvo mucho tiempo para preparar su sucesión. Pero terminó resolviéndola de la peor manera, con la fractura del Espacio 738 y un candidato tan débil que no pudo retener los votos que obtuvo el sector en octubre.
Para muchos es claro que el ex intendente confió en la herencia de una gestión con buenos niveles de aprobación ciudadana (49 por ciento hacia fines de 2014) y creyó que su liderazgo –aun debilitado en las nacionales– bastaría para fortalecer la imagen de su delfín Pablo Pérez. Pasó parte de la campaña militando en otros departamentos sin considerar a dirigentes y militantes que reclaman su presencia en los barrios. Tampoco se soslaya la pugna dentro del Espacio 738 por las candidaturas a alcaldes en Maldonado, que dilató durante más de un mes el lanzamiento de la campaña municipal.
Los más benévolos aseguran que De los Santos sobreestimó su capacidad. Luego están quienes sospechan que no le interesaba el triunfo de Darío Pérez, con quien tuvo una compleja relación desde 2005 hasta que se asociaron en el segundo gobierno.
Por cierto, la alianza De los Santos-Pérez nunca dejó de rechinar entre los frentistas que veían al líder de Cabildo como un caudillo soberbio, en su intento por cumplir a toda costa el sueño personal de llegar al sillón de jefe comunal. Pero, además, el pacto de gobernabilidad bajó el umbral de exigencia en cuanto al rendimiento de los directores. La Mesa Política, encabezada por emisarios de ambos líderes, no escuchó a los descontentos por la flexibilidad del jefe comunal.
El mal funcionamiento del máximo órgano partidario fue advertido en noviembre de 2014 por el independiente Gregorio Quintana, quien lo presidió durante siete años. Quintana, que alguna vez integró las huestes dariístas y pretendió ser el tercer candidato, reconoció públicamente que la tarea era dificilísima debido a “ambiciones sectoriales y personales”. No es el único que piensa que la polarización minaba los intereses de la fuerza política. Otros también advirtieron que, sin un cambio de rumbo, vendrían tiempos difíciles en mayo.
Finalmente, el Fa llegó a la contienda con una oferta electoral poco atractiva para votantes propios y ajenos. El presidente de la Mesa Política, Pablo Pérez, quedó como sucesor de De los Santos. Darío Pérez, líder del sector mayoritario, habilitó una tercera candidatura, mientras el ex intendente planteaba la conveniencia de dos que sumaran votos en vez de dividirlos. El tercero, Horacio Díaz, se definió en acuerdo con Cabildo y surgió del quiebre del Espacio 738.
INCOMUNICACIÓN. Con ese panorama, el desarrollo de la campaña sería clave para “enamorar” a los desencantados y captar votos externos, sobre todo del Pc en crisis. Pero el Fa, que en el discurso promovía la unidad partidaria bajo un programa común de sus candidatos, no aplicó ese precepto en su propaganda mediática. El dinero de la fuerza política se repartió entre los tres y cada uno arriesgó una estrategia comunicacional por separado. Al menos en el caso de Pablo Pérez la estrategia mediática fracasó. Tampoco alcanzó con redoblar la militancia barrial, ya que en ese campo Enrique Antía llevaba amplia ventaja con cientos de reuniones domiciliarias y Rodrigo Blás desplegaba un marketing muy intenso.
La incapacidad de trasmitir decisiones y logros durante los dos períodos de gobierno se entiende ahora como otro de los factores que incidieron en la derrota en Maldonado. Ni el presupuesto participativo ni la descentralización se aplicaron cabalmente. Las asambleas barriales, en las que participaban militantes o pequeños grupos informados, se confundieron con procesos de participación genuina. En general, las obras se materializaron sin que la población se sintiera parte de esos logros.
Las marchas y contramarchas en la Secretaría de Comunicaciones –en la que hubo tres directores en cuatro años– tampoco ayudaron, y la gestión desbarrancó en la campaña electoral. En las últimas semanas, el Ejecutivo descargó una apabullante propaganda –donde la intendenta Susana Hernández tuvo activa participación– para mostrar obras y más obras. Se sumó el nerviosismo generado por las encuestas y la estrategia se enfocó en golpear a Antía, el favorito de los blancos. La campaña se enrareció y todo se circunscribió a “una cruzada moral y ética” que, a la luz de los resultados, no tuvo el efecto esperado en el electorado. La movida de último momento generó el mismo rechazo que el primer Consejo de Ministros abierto, realizado en Maldonado a sabiendas de que el Fa se jugaba las elecciones departamentales. Para colmo, tanto el gobierno departamental como el nacional respondieron malamente a las denuncias sobre la calidad del agua que Ose distribuye en el departamento. La oposición marcó el paso y las autoridades, que técnicamente tenían la situación controlada, quedaron políticamente en falso.
Con todo, es comprensible que ninguno de los líderes haya hablado todavía sobre las causas del resultado electoral. De los Santos se llamó a silencio. Darío Pérez anunció que redactará “una carta o manifiesto” para expresar “todas las cosas que pasan por la cabeza”. Mientras esperan, los que en todo este tiempo se sintieron ignorados, desatendidos, desplazados han empezado a hacer catarsis en las redes sociales. La autocrítica soterrada durante años asoma sus garras.