Mil de fiebre se impone. Es un libro grueso, pesado, con una tapa demencial, de colores brillantes, con el nombre del autor en letras amarillas. Todo evoca cierta sensación delirante, esa misma que llega cuando la enfermedad aparece, cuando la temperatura sube, esa fiebre titular que anticipa la novela. Juan Andrés Ferreira (Montevideo, 1978) plantea dos historias paralelas que apenas se rozan entre sí, más allá de habitar conjuntamente la realidad desfasada de la novela. Por un lado, Werner Gómez, un hombre de 28 años y delirios de grandeza, que vive con su madre en un complejo de viviendas en Salto y que pasa sus días dejándose dominar por el “vapor”, nombre que le da a la sudorosa inspiración que lo embarga y que lo impulsa a escribir todas las mañanas, dejando de lado su higiene person...
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