Distintas formas de deshacer «la grieta» - Semanario Brecha
Lecturas sobre la estrategia conciliatoria de Cabildo Abierto

Distintas formas de deshacer «la grieta»

Guido Manini es uno de los políticos más polarizadores y controversiales del país. Acostumbra a acusar a sus rivales políticos y conciudadanos de sicarios, fracasados, títeres de intereses inconfesables, etcétera. Sin embargo, desde el referéndum, ha decidido usar un tono conciliatorio y ha llamado a «tender los puentes y la mano para tratar de encontrar soluciones en conjunto».1 En estos días, varios de sus seguidores han dicho cosas similares, lo que da a entender que este es un mensaje que Cabildo Abierto (CA), en su conjunto, está intentando transmitir.

¿Cómo leer esto? ¿Qué puede estar pasando? Podríamos empezar por decir que la aspiración a una sociedad reconciliada, en la que sean posibles los vínculos personales e, incluso, políticos más allá de las diferencias es totalmente razonable. De hecho, sucede todo el tiempo, mucho más de lo que admiten los cultivadores de la idea de grieta. Pero las declaraciones de Manini y los suyos no son una aspiración genérica, sino una respuesta a un momento político concreto: el referéndum mostró un casi empate entre dos visiones políticas. Una de ellas, ligeramente más grande, quedó identificada con el gobierno, específicamente con el presidente de la república, Luis Lacalle, que quedó consolidado como jefe de la derecha. La otra, que agrupó a casi una mitad de la población, quedó identificada con la militancia sindical y de izquierda. En el medio, un campo relevante pero no muy grande de no participación, votos en blanco y votos anulados.

Desde la creación de CA, Manini busca un juego delicado: sostener su alianza con el resto de las fuerzas de derecha y superar la división entre izquierda y derecha, tomando posiciones que le permitan moverse por el espectro político, apelando a diferentes sectores de la población. En particular, a los pequeños propietarios y a los trabajadores informales o no sindicalizados. Esto es algo típico de las ultraderechas históricas, que siempre recurrieron a tomar partes del discurso de las izquierdas, adaptarlas a sus visiones jerárquicas y usarlas luego para disputar las bases sociales de la izquierda. Algo curioso de la geometría política es que las ultraderechas son una forma de intentar ubicarse en el centro del espectro político.

Que la competencia entre la izquierda y la derecha produzca bloques parejos y relativamente estables complica esta estrategia. Más aún si la disputa entre estos bloques está fuertemente ideologizada y organizada en torno a vínculos orgánicos con militancias con arraigo territorial. El empate deja poco espacio para que Manini busque una tercera posición y lo fuerza a disputar el liderazgo de la derecha con Lacalle y el Partido Nacional sin poder traer a esa disputa a gente de otros sectores. Las departamentales de 2020 y, aparentemente, las tempranas encuestas de intención de voto parecen mostrar que CA no está en las mejores condiciones para dar esa disputa. Por eso, Manini necesita, urgentemente, romper el eje que el referéndum mostró. Pero no tanto para lograr la unidad nacional como para poner el foco de la disputa en otro lugar, que le sea más conveniente. Cuando un actor político dice que quiere deshacer «la grieta», normalmente lo que sucede es que el lugar donde quedó dibujada la frontera política no le conviene y quiere moverla. Es que en política hay muchos antagonismos posibles: no es lo mismo la disputa entre clases o entre izquierda y derecha que la disputa entre auténticos orientales y degenerados extranjerizantes.

La izquierda logró imponer un eje ideológico, con un fuerte componente de clase. Logró, además, que el Sí llegara a niveles de votación que hacen planteable la construcción de una mayoría social. Esto, con CA del otro lado, cosa que es importante, teniendo en cuenta que los de Manini buscan presentarse como la llave a sectores sociales a los que de otro modo no se podría llegar. Se demostró que no es así, lo que tampoco quiere decir que la izquierda debería estar contenta con la forma como está planteada la disputa política. Después de todo, sigue siendo minoría. También necesita romper las fronteras, desordenar los estereotipos e inventar nuevos lenguajes y maneras de hacer. Lo que no necesita, felizmente, es buscar alianzas con quienes tienen nostalgia de la época en la que se masacraban militantes.

1. Véase https://www.lamañana.uy/politica/es-hora-de-dar-espacio-a-todos-los-protagonistas-en-los-grandes-temas-nacionales/.

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