Sí, sí… TODOS le dan a Hemingway. Le daban cuando vivía y le siguieron dando después de muerto, agigantando por vía de la crítica de sus libros la caricatura impertinente y bastante despreciable que el hombrón nacido en Illinois cuando moría el siglo XIX construyó en vida, con su ristra de relaciones amorosas atormentadas, litros y litros de alcohol, desplantes, corridas de toros y balazos. “Yo he hecho todo lo posible para que me guste Hemingway, pero he fracasado”, dijo Borges alguna vez. “Lo detesto, pero estuve bajo su influencia cuando era muy joven, como todos lo estuvimos. Pensaba que su prosa era perfecta, hasta que leí a Stephen Crane y me di cuenta de dónde la había sacado”, apostrofó Gore Vidal. “La gente siempre piensa que es fácil de leer debido a que es conciso. No es cierto....
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