Naturalmente, la historia señala los grandes episodios. 1980 fue el año que, en la más oscura noche de la dictadura uruguaya, comenzaron a abrirse algunas rendijas por las que respirar un poco de aire. Sin embargo, si una presta suficiente atención, empieza a darse cuenta de que al lado de los grandes hechos suele haber otras señales, más pequeñas, pero que apuntan en la misma dirección. Una de ellas fue la fundación de una pequeña distribuidora de libros, que en estas últimas cuatro décadas ha sido un pilar indispensable de la distribución independiente.
Gustavo Fuentes tenía 18 años cuando fundó en el garage de su casa, junto con Silvia González, lo que llamó Gussi Libros. Lo hizo denominándolo como hacen los uruguayos cuando cumplen un sueño: fusionando los nombres de los dos, como cuando compran la deseada casa en la playa. Así, todavía sin local, empezaron a abrir en la censura pequeñas grietas, por las que colaron materiales de lectura en los que era imposible siquiera pensar. Quienes recuerdan aquellas épocas saben que todo era tantear e ir tirando de la piola, aunque era claro que en esos tanteos una podía jugarse la libertad. De manera un poco inaudita y francamente arriesgada, la novel distribuidora apostó fuertemente al ensayo. A Gussi se debe que a Uruguay llegaran, por ejemplo, los Cuadernos Anagrama y las publicaciones de la editorial Fundamentos. Con Anagrama llegó, además, la muy celebrada colección Contraseñas, que, después de más de una década de “pollera por debajo de la rodilla y pelo que no toque el cuello de la camisa”, nos ayudó a sentirnos un poco más undergrounds y roqueros. Fue con la apertura democrática que Gussi logró abrir su primer local, en la galería Costa. A partir de entonces, ya no se movió del Cordón, aunque debió acomodarse en distintos locales, debido al volumen cada vez mayor de libros en distribución. Primero estuvo en Guayabos y Tacuarembó, y luego fue bajando a Palermo, hasta su sede actual, de Yaro y Maldonado.
En estas cuatro décadas muchas editoriales han pasado por la distribuidora. Sin embargo, su objetivo y su visión permanecen incambiados: hay un acento en la calidad de las obras y la defensa de la variedad, una apuesta por el sello pequeño e independiente y, muy fuertemente, una defensa de la distribución del libro nacional. Para celebrar sus cuatro décadas –y coincidiendo con el medio siglo de Anagrama, uno de sus principales sellos–, Gussi ha editado un precioso ejemplar conmemorativo no comercial con cuentos de Raymond Carver, Mariana Enríquez, Antonio Tabucchi, Vladimir Nabokov, April Ayers Lawson, Quim Monzó, A M Holmes, Alberto Méndez y Patricia Highsmith. Además, ha ampliado su catálogo, sumando 15 editoriales nuevas: Fulgencio Pimentel, Maia Ediciones, Círculo de Tiza, Altamarea, Sans Soleil, Malpaso, Dibbuks, Hombre del Tr3s, Biblioteca Nueva, Salto de Página, Jus, Candaya, Libros del KO, Hoja de Lata y Shackleton Books.
LAS EDITORIALES. Fulgencio Pimentel, por ejemplo, es un sello especializado en novela gráfica, con colecciones de narrativa, poesía y libros infantiles. Para que tengan una idea de lo que piensa Fulgencio Pimentel sobre el oficio de la edición, esto es lo que publica como introducción a su colección: “Hay algo más que un editor puede ser, además del proxeneta, el proveedor de sustancias ilegales y el gorrilla de sus autores; puede hacer algo más que dilapidar incesantemente su patrimonio familiar, el de sus amigos y el de sus conocidos; puede ser algo más que un pusilánime que decide no exhibir su escaso talento para ocultarse tras el nombre de otro, cuya labor ensuciará con las arbitrariedades que le dicta su propio ego; puede incluso ser algo más que un triste conferenciante, recorriendo los caminos del idioma en nombre del insignificante país que es su editorial. De vez en cuando –además de todo lo anterior–, un editor puede procurar que existan algunos libros valientes, felices, a veces incluso inolvidables”. No es extraño que Fulgencio Pimentel sea la editorial que publica los álbumes de los perturbadores Simon Hanselmann y Johnny Ryan, por ejemplo, ni que cultive una línea de novela gráfica canadiense –como Seth, Julie Doucet y Joe Matt– y estadounidense de primera línea –como Daniel Clowes, Jaime y Beto Hernández, y Jim Woodring.
Otra de las nuevas editoriales es Maia Ediciones, que se especializa en ensayos. En su colección dedicada al cine (Pasolini, Antonioni, Lang, Tarkovski) se destacan algunos títulos sobre autores o temas excéntricos, como el creador de los efectos especiales y monstruos como King Kong, Ray Harryhausen, el director e ilustrador Roland Topor y los trabajos en artes visuales del escritor Georges Perec.
Círculo de Tiza, por su parte, tiene una serie dedicada a los viajeros (Von Humboldt en Cuba, Gérard de Nerval en Egipto, Stevenson en la Polinesia, Gautier y Kavafis en Constantinopla, Kipling en Japón, Darwin y Melville en las Galápagos), otra dedicada a la escritura y sus problemas (Patricia Highsmith sobre el suspenso, Ursula K Le Guin sobre cómo contar, Leila Guerriero sobre periodismo), y un par de series más dedicadas a la crónica, el periodismo narrativo y una narrativa border entre ficción y realidad.
Altamarea se especializa en autores italianos y permite acceder nuevamente a la obra de Pavese, Moravia, Pasolini, Carlo Levi y Antonio Gramsci. En Sans Soleil desembarca un catálogo muy inusual de libros ilustrados y rarísimos, como Amorum emblemata, de Otto Vaenius, y el imprescindible Cien vistas del monte Fuji, de Katsushika Hokusai. Sans Soleil es una cooperativa del País Vasco cuya misión es “crear libros curiosos para gente curiosa”. Su presentación reza: “Desde 2013 editando por encima de nuestras posibilidades”. Sus libros son objetos muy hermosos, realizados con un buen gusto incontestable y un evidente cariño.
En lo que respecta a Malpaso y Dibbuks, ya estaban en nuestro medio, pero en 2020 han pasado de ser distribuidas por Océano a serlo por Gussi. Malpaso tiene una buena colección biográfica dedicada a los músicos (sobre todo anglopueriles, como Morrissey, The Cure, Chrissie Hynde, Johnny Marr, Nick Drake, David Bowie) y colecciones de ensayo (Polanski, Vonnegut, Henry Miller) y ficción (Nick Cave, Luke Rhinehart, Mark Haddon, Marlon Jones). Relacionados con Malpaso están la editorial Jus, con un pequeño catálogo de narrativa y ensayo, y los sellos Biblioteca Nueva y Hombre del Tr3s, de filosofía y ensayo político.
Dibbuks se especializa en novela gráfica y edita muchos títulos de historieta europea, entre los que se encuentran los de Julie Maroh (la creadora de El azul es un color cálido, sobre la que se realizó la película de Abdellatif Kechiche que ganó la Palma de Oro en Cannes en 2013) y los álbumes de Spirou y Fantasio.
Hoja de Lata se presenta como de “lecturas sugerentes para tiempos inciertos” y también publica ensayo y ficción, con una selección de autores nuevos (como Jim Crace y Martin Suter) y viejos (como Upton Sinclair y Gil Scott-Heron). Shackleton Books está orientada sobre todo a los niños, aunque también cuenta con una colección de ensayos de historia, filosofía y ciencia.
Candaya toma su nombre del reino al que se dirigen don Quijote y Sancho para acabar con el gigante Malambruno: “Con la misma vocación y voluntad quijotesca nace la editorial Candaya, que pretende, desde su modestia, luchar contra esos otros maleficios, aún más perversos y malintencionados, que condenan al ostracismo a muchos escritores latinoamericanos”. Publica poesía, ficción y recopilaciones de ensayos sobre escritores como Bolaño, Vila-Matas y Piglia.
Para el final de esta recorrida editorial, Libros del KO también tiene algo fuerte que decir: “Nuestro objetivo es sencillo: recuperar el libro como formato periodístico. Ya sea en pergamino, en papel o en digital. Creemos en las grandes historias contadas a otro ritmo. Sin prisas, sin limitación de espacio, sin necesidad de consultar obsesivamente el reloj de la actualidad. Creemos que la crónica periodística puede ser un género muy sexy y somos radicalmente promiscuos: nos encanta la crónica deportiva, el perfil minucioso, la microhistoria en la que nadie se fija, los obituarios, los corresponsales en zonas calientes y los redactores de periódicos de provincia que les buscan las cosquillas a las ruedas de prensa de los prohombres regionales; el cascarrabias Josep Pla y el gonzo Hunter S Thompson, a quien nos gustaría juntar en una tertulia y ver qué pasa; las revistas para distraídos, como Etiqueta Negra, y las gacetas ilustradas del siglo XVIII; los charlatanes geniales como Julio Camba y los periodistas perezosos como Enric González; los fotógrafos que recorren la ex Unión Soviética para fotografiar satélites y los que dedican su vida a perseguir traineras en una zodiac; los fanzines y los púlpitos, el ciclismo y Chechenia, los columnistas descreídos y las defensoras del lector deslenguadas. Todo va a salir mal, y nos parece estupendo”. ¿La editorial, el mundo? Como sea, quienes firman este texto son espléndidos y visionarios.