En la casa de la familia Morales, las canciones que más sonaban eran las del Darno. De mañana, de tarde y de noche, Ana y Leopoldo iban poniendo un disco y sacando otro entre el ir y venir hogareño de sus hijos, a veces más atentos a lo que decía ese señor –medio cantor, medio narrador– y, otras veces, indiferentes. De tanto sonar, por momentos aburría, pero los niños lo fueron queriendo, casi como a un integrante más de la familia. Y las canciones se fueron archivando en algunos recovecos de sus cabezas. Décadas después, el derrame musical de Ana y Leopoldo creó una nueva capa llamada El no viento de la luna, un disco que homenajea a Eduardo a través de 11 de sus canciones, en versiones ejecutadas por una gran cantidad de artistas uruguayos.
Manuel es uno de los hijos de Ana y Leopoldo. F...
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