Cuando Jorge Larrañaga emitió su discurso protocolar de asunción como flamante ministro del Interior, el 2 de marzo de 2020, quizás no previó la eventualidad de ser defraudado. «Venimos con el objetivo de restituir el orden, el respeto y el imperio de la ley como base de convivencia», dijo entonces, pleno de convicción, ante el auditorio integrado por jerarcas y funcionarios del nuevo gobierno. Seguido de un aplauso cerrado, prometió: «Vamos a defender dentro de la Constitución y la ley a la gente que trabaja, que lucha y que quiere vivir en paz en nuestro país».
En cierto sentido, la foto de Larrañaga secundado por una corte marcial de oficiales de alto rango y prometiendo restitución de la «autoridad» resulta lejana en el tiempo. La idea de «respaldo» y «respeto» a la Policía también hab...
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