Desde la banda sonora de Game of Thrones y la adaptación del sonido de Mario Bros. hasta Ludwig van Beethoven y Antonio Vivaldi. Desde la música clásica y barroca hasta la música popular –y, en particular, la uruguaya–. El proyecto Grupos Sonantes es así: ecléctico, inclusivo, osado. Pero desde agosto de este año la osadía se resignificó tras la noticia, vía mail, de que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) dejará de financiarlo a partir de 2021. Hasta diciembre, Sonantes funciona como un proyecto de extensión de la Escuela Universitaria de Música (EUM) y también es financiado por la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio de la Universidad de la República (Udelar), pero el presupuesto del MEC equivale a casi el 80 por ciento del monto total.
Contrabajo, violonchelo, violín, viola: Sonantes enseña a tocar instrumentos de cuerda frotada desde 2009, aunque todo se inició en 2008, en la órbita del SODRE, con el título SODRE Aquí, y por el envión del violinista Jorge Risi, quien hasta 2015 se mantuvo en el proyecto. Más de 3 mil estudiantes y 35 docentes uruguayos y extranjeros han formado parte del programa en diversos departamentos y localidades: Montevideo, San José, Rocha, Rosario, Maldonado, Melo, Young, Durazno, Carmelo, Bella Unión, Minas, Treinta y Tres. Una vez por semana, tres docentes arriban a cada localidad. Los espacios de encuentro varían y son facilitados por las intendencias y las alcaldías: casas de la cultura, escuelas, bibliotecas, casas universitarias, entre otros. Los estudiantes pueden tener entre 7 y 100 años y, de manera contraria a la norma, inmediatamente luego de unirse al grupo comienzan a tocar en conjunto: los niveles y las edades se entrecruzan y conviven durante la camerata. En ocasiones, van familias enteras y cada integrante experimenta con un instrumento distinto.
«El corazón del espacio de aprendizaje es formar una camerata multinivel», contó a Brecha Fernanda Lazaga, docente del grupo. Pero, antes de que se conforme la unión, los estudiantes se reúnen de a tres o cuatro con el docente que corresponde a su instrumento –durante aproximadamente una hora–, trabajan el repertorio que se tocará en la camerata y reciben contenidos teórico-musicales. Los profesores llegan al lugar en la mañana temprano, cortan una hora para almorzar y se vuelven en la noche. El repertorio es amplio y, si bien en las reuniones de coordinación docente se acuerda una planificación unificada, «como cada lugar tiene su particularidad, también se atienden sus propias inquietudes», explicó Lucía Gatti, docente del equipo. Así es como el candombe, el rock y el folclore también forman parte de las clases, dependiendo de los intereses de quienes conforman los colectivos.
En Montevideo, el espacio de enseñanza está en Villa García y se enmarca en el Programa Integral Metropolitano (PIM). Los estudiantes suelen ser del noroeste de la capital, pero también del Cerro y hasta de Neptunia. «Si no fuera por Sonantes, toda esta gurisada ni tendría en el horizonte la idea de estudiar un instrumento de estos, que suelen estar asociados a referentes de la música culta», manifestó Agustín Cano, coordinador del Núcleo de Educación y Territorio del PIM. Las clases son gratuitas y los instrumentos permanecen en el sitio para su utilización –a modo de excepción, a veces los estudiantes pueden llevárselos para estudiar–. Han sido donados por la embajada china, intendencias, alcaldías, exalumnos, compañeros. En determinado momento, Risi creó una fundación específica para que se pudiera aportar a la compra de nuevos materiales. También hubo capital instrumental proveniente de SODRE Aquí.
Pero la tarea docente va más allá de las horas de enseñanza. Uno de los pilares del proyecto es el trabajo con la comunidad. Según Lazaga, significa «moverse en los distintos espacios territoriales y trabajar con el entorno de los estudiantes». De hecho, para darse a conocer, Sonantes hace recorridas por liceos, escuelas, radios y centros culturales. Los logros han sido varios: jornadas de capacitación, ensayos y conciertos regionales, nacionales e internacionales, presentaciones con orquestas de otros países, el premio Morosoli institucional, la creación de materias electivas de práctica docente, una orquesta de formación para formadores –un espacio de práctica para estudiantes de dirección orquestal de la EUM– y cursos de educación permanente. A su vez, muchos de los estudiantes de Sonantes se han transformado en docentes del grupo.
DEGRADACIÓN
Actualmente, 12 docentes asisten a cinco localidades, pero años atrás llegaron a visitar diez espacios en simultáneo. Desde 2009, cuando Sonantes hizo el convenio con el MEC y la Udelar, el presupuesto ha estado congelado: ni más ni menos. La devaluación y la demanda hicieron que el proyecto tuviera que recurrir al apoyo de las intendencias y las alcaldías para sustentarse. Aun así, las posibilidades de crecimiento en cuanto a la cantidad de estudiantes y localidades a las que asistir se desvanecieron y las condiciones laborales se precarizaron.
Lazaga explicó que, cuando funcionaba SODRE Aquí, se llamó a un concurso y fueron contratados para hacer el trabajo docente. Cuando el proyecto se pasó a la órbita de la Udelar, a los docentes que ya habían concursado se los equiparó al grado 1, con un contrato que, si bien no era efectivo, era permanente, y, en consecuencia, no debían concursar todos los años. Pero en 2013 comenzó a haber «temas burocráticos y administrativos con el MEC y la Udelar»: «Entonces nuestros contratos se empezaron a desregularizar». Al momento, las contrataciones cambiaron y se rigen por el artículo 9 del Estatuto del Personal Docente de la Udelar: «Una especie de contratación directa. Ahora, cuando llega la plata, empieza nuestro cargo. Antes, por el concurso, teníamos derecho a un sueldo que cubría todo el año lectivo. Además, perdimos la antigüedad».
Según dijo a Brecha Fernando Miranda, director del Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA), uno de los problemas ha sido que el financiamiento del MEC nunca dependió de la Dirección Nacional de Cultura, sino de la Dirección General de Secretaría. «Su ubicación no era, probablemente, la más adecuada», añadió. Con el cambio de gobierno, hubo una baja de los contratos y los sueldos comenzaron a llegar en mayo. La coordinación de Sonantes intentó comunicarse con el MEC para conocer su postura y pensar en el después, pero no hubo respuesta. Tampoco la hubo luego de agosto, cuando la secretaría se comunicó con Miranda para notificar que, a partir de 2021, el proyecto quedará totalmente desfinanciado.
HACIA ADELANTE
En el pedido presupuestal quinquenal, Leonardo Croatto, director de la EUM, solicitó financiación para la continuación de Grupos Sonantes. Al recibir una respuesta negativa, la dirección del IENBA y la de la EUM tienen pensado continuar a través de un proyecto de extensión con menor presupuesto. «Tendrá en común el objetivo de llevar formación musical a los barrios, al interior, romper con el cascarón elitista de que solamente se estudia si se tienen las condiciones económicas», comentó Croatto al semanario. También pretenden hacer convenios con las intendencias y, según Miranda, «eventualmente» con el MEC. El programa Apex y el PIM ya manifestaron su intención de continuidad. El nuevo grupo contaría con aproximadamente medio millón de pesos presupuestales –una quinta parte del actual– y, si bien proyecta un aumento de actividades y docentes «si las cosas salen bien», el inicio sería con cinco docentes de enseñanza de grado que deberán concursar.
Mientras tanto, el colectivo de trabajadores está en la búsqueda de nuevos convenios que permitan y se interesen en la continuación de Grupos Sonantes. Según manifestaron a Brecha, el principal apoyo actual, tanto jurídico como institucional, es del Taller Uruguayo de Música Popular, que ha tenido diversos convenios de extensión y hace 37 años trabaja en la enseñanza, la difusión y la investigación de las músicas populares en la región y Uruguay.
«No dejarán de soñar, los arcos de los Sonantes, con sonar, más adelante, para quien quiera escuchar», dice la letra que compuso Julián Baldo, estudiante de Grupos Sonantes de Rocha. Este año, el cierre será un video con esta canción, en el que participan, al son de la milonga, Jorge Risi, ex y actuales estudiantes, y varios músicos que han acompañado este largo trayecto.