Habida cuenta de la personalidad tipo testigo-y-a veces-protagonista-de-armas-tomar del inefable can, ésta funciona en contraste con el personaje de Charlie, un niño con incontables inquietudes, cuyo perfil bajo la mayoría de las veces no le permite destacarse como quizás merecería, al tiempo que otros recogen los laureles. Toda una definición de mil y un anónimos lectores –ahora mil y un anónimos espectadores– que, como Charlie, sueñan con hacer posible varios imposibles. Los rasgos de los amigos y parientes que rodean a los nombrados aportan asimismo lo suyo en historietas que ahora llegan a la pantalla con el innecesario toque del 3D.
La aventura en cuestión –guionada por Craig y Bryan Schulz, hijo y nieto del creador de la tira–, por un lado, presenta al bueno de Charlie enamorándose de una compañerita de clase pelirroja, a quien trata de ayudar con su proverbial generosidad, mientras que, por el otro, nuestro Snoopy se enfrenta nada menos que al temible Barón Rojo. Por más que la mezcla de los dos episodios resulta un tanto forzada, ambos no dejan nunca de dejar en claro la creatividad de Schulz y su equipo, así como el entendimiento que el director Steve Martino demuestra con respecto a los tonos de la narración y las conclusiones que la platea merece extraer, una tarea en la cual los autores, si bien atentos siempre a manejar hechos cotidianos, se las ingenian para introducir menciones a escritores tan respetables como Tolstói y Salinger, responsables nada menos que de La guerra y la paz y El guardián entre el centeno, títulos que, por razones siempre valederas, deberían quedar resonando en las plateas de turno. Es hora entonces de descubrir que Charlie, Snoopy, la envidiosa Lucy y sus amigos andan también por la pantalla.n
Snoopy and Charlie Brown: The Peanuts Movie. Estados Unidos, 2015.
