Llegó escoltada por las camisas rojas del Sunca. Caminó pocos metros por un pasillo lateral del Platense Patín Club, hasta que un enjambre la rodeó para sacarle fotos, robarle selfies y cuchichear sobre lo que hablaba con los dos veinteañeros uruguayos que la recibieron. Federico Barreto y Fabiana Goyeneche, voceros de la Comisión No a la Baja, oficiaron de anfitriones durante los primeros minutos, bajo un relampaguear de flashes y los estruendos de la prueba de sonido de Abuela Coca. Los trabajadores, a esa altura, ya habían mudado la mesa desde un pequeño salón (donde inicialmente habían previsto el acto) hacia la cancha techada del Platense, que al ritmo lento de los uruguayos se fue poblando.
Con sus 26 años bien coquetos, Camila Vallejo, ex dirigente estudiantil y actual diputada comunista de Chile, era aguardada hacía largo rato por una multitud de jóvenes, militantes contra la baja de la edad de imputabilidad y trabajadores de la construcción. Era, sin dudas, la frutilla de la torta. De una torta de gente: el sindicato de la construcción, en otra muestra estratégica de movilización, había convocado en los días previos a más de mil obreros en un congreso nacional que acabó definiendo propuestas programáticas sobre el desarrollo productivo, social y democrático del país. Y se aprontaba, así, a cerrar tamaño congreso sindical tendiendo la mano al protagonismo juvenil.
Nada azaroso. La invitada extranjera del Sunca fue una de las portavoces de las gigantescas movilizaciones estudiantiles que desde 2011 sacudieron al gobierno de Sebastián Piñera en reclamo de una reforma educativa. Militante de la Juventud Comunista, Vallejo se abrió camino en un mundo de hombres al convertirse en la segunda mujer en ocupar, entre 2010 y 2011, la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y ser actualmente la diputada más joven de los 120 parlamentarios del país andino (fue electa en 2013 por la Nueva Mayoría, que volvió a poner en el sillón presidencial a la socialista Michelle Bachelet).
En una maratónica visita a Uruguay, esta joven combativa participó en una mesa de debate en la Facultad de Ciencias Sociales, almorzó con Mónica Xavier y Juan Castillo, y compartió encuentros con el presidente José Mujica y con el ministro Ricardo Ehrlich. Todo el mismo día. Al día siguiente se reuniría con el rector de la Udelar, Roberto Markarian, para conocer, según dijo, más detalles sobre la gratuidad y la universalidad de la educación universitaria uruguaya, tan distinta a la chilena.
Antes de hablar en el Platense, Vallejo compartió cánticos, puño en alto, con una treintena de militantes de la Unión de Juventudes Comunistas que la rodeó en el rincón donde se había sentado a tomar un café. Estaba extenuada y en el hotel la esperaba Adela, su hija de un año. Y aunque tenía una fuerte jaqueca –según alertó una trabajadora del Sunca cuando este cronista se aprontaba a robarle una minientrevista (véase recuadro)–, presenció de pie la actuación de El Chole, que recreó algunos hits de la época de las huelgas universitarias uruguayas de comienzos del siglo XXI.
Además de Vallejo estuvo su compatriota Giorgio Jackson (27), bastante menos promocionado pero también uno de los referentes de las movilizaciones chilenas, aunque desde la educación privada. Fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, y se fogueó en la adolescencia en el voluntariado de Un Techo para Chile. Y al igual que Vallejo, fue electo diputado en 2013, aunque en su caso por el movimiento Revolución Democrática, agrupación de centroizquierda que fundó con otros estudiantes un año antes. Toda la atención, sin embargo, se la robó Vallejo (“Yo también vine a escuchar a Camila”, diría Goyeneche en su exposición).
ARREMANGARSE. El Sunca invitó a pensar el potencial de tres experiencias de movilización popular que, a pesar de las resistencias iniciales y del cerco mediático, lograron incidir con fuerza en la agenda política: la de los estudiantes chilenos por una reforma educativa, la de los jóvenes uruguayos contra la baja de la edad de imputabilidad y la de los trabajadores de la construcción para apuntalar la ley de responsabilidad penal empresarial.
Con un poema rapero inauguró el acto el joven activista cubano Marcel Cabrera, radicado en Uruguay desde hace pocos años y fundador del Proyecto Luces, que trabaja con presos e internados. “En mi mundo reina la tiza y la pizarra, y ya no somos línea de un código de barras”, recitó, al estilo Calle 13. Luego Óscar Andrade, dirigente del Sunca y candidato comunista a la diputación por Montevideo, afirmó que las diversas formas de enfrentar la explotación capitalista valen si “generan conciencia”, “desparraman solidaridad” y dan “otras batallas de forma simultánea”. Puso como ejemplo la labor del Sunca con el Plan Juntos, en el Sirpa y con los clasificadores de residuos. Giorgio Jackson rescató la “transversalidad” y “humanidad” de estos movimientos que se involucran en causas sociales, y cuestionó que se pretenda tratar a los adolescentes que delinquen como “casos individuales” antes que como emergentes de problemas que son responsabilidad de toda la sociedad.
Fabiana Goyeneche, tal vez la más aplaudida de la noche, lanzó un discurso encendido contra “la estrategia del miedo” que apunta a señalar a los “gurises más vulnerables” como enemigos y volverlos chivos expiatorios. Pidió redoblar esfuerzos y no confiarse en que el plebiscito contra la baja está ganado, porque todavía la mitad de los uruguayos sigue apoyando la reforma. Fue ovacionada cuando felicitó al Sunca por el trabajo a favor de la rehabilitación de los adolescentes recluidos: “Si queremos resolver estos problemas, que son mucho más complejos que encerrar, hay que arremangarse y ponerse a laburar. Y miren qué casualidad: los trabajadores fueron quienes lo hicieron”.
Camila Vallejo, finalmente, apostó a fortalecer la unidad y la alianza de quienes buscan cambiar un modelo “estructuralmente perverso y violento”. Condenó la “brutal estrategia de terror” del poder económico y mediático de Chile, porque busca, dijo, criminalizar a los jóvenes y defender el statu quo. Y tras apelar a la movilización, remató la jornada con un grito: “¡No a la baja!”. n
[notice]Con Camila Vallejo
“Se viene una batalla muy grande”
[caption id="attachment_22297" align="alignnone" width="902"] Camila Vallejo. Foto: Federico Gutiérrez[/caption]
—¿Cómo están impulsando la reforma educativa que se prometió en Chile?
—Aprobamos en la Comisión de Educación de la Cámara de diputados el primer proyecto de ley que termina con el negocio, garantiza una real inclusión y el acceso universal gratuito a las escuelas con financiamiento estatal. Trata de instalar un cambio de paradigma, ir de una educación de consumo a una educación entendida como derecho humano universal. Es un primer gran paso.
—¿Qué otros cambios son urgentes?
—Reformar la educación superior. En Chile las carreras universitarias cuestan 3 o 4 mil dólares al año. Hay que avanzar hacia la gratuidad y la democratización del acceso, porque el 80 por ciento de la matrícula universitaria es privada. También hay que cambiar el sistema de acreditación, porque es una vergüenza y un espacio de corrupción. Además hay que fiscalizar el uso de los recursos públicos a través de una superintendencia. Y no concebimos una reforma educacional sin los profesores. Para eso debemos tener mejores remuneraciones y condiciones laborales. En todo estamos trabajando, así que se viene una batalla muy grande.
—¿Cuáles son las principales resistencias a vencer en esas batallas?
—Las de aquellos que quieren mantener el negocio y el statu quo en la educación, particularmente la derecha y los sectores más conservadores. Están instalando mentiras, diciendo que la reforma va a afectar a la clase media, va a limitar la libertad de enseñanza y a estatizarlo todo. Es una campaña de terror, fomentada por los medios de comunicación.
—¿El gobierno tiene el respaldo del movimiento estudiantil?
—El movimiento estudiantil está empujando en la misma dirección, pero con su posición autónoma, como debe ser. Está tratando de impulsar una reforma educativa en la misma dirección que el gobierno, es decir, entendiendo a la educación como un derecho y no como una mercancía.
—Pero tienen diferencias…
—Lo que pasa es que los medios también tratan de confundir las críticas del movimiento estudiantil con las críticas de la derecha, para oponerse a toda la reforma.
—¿Qué impresión le deja el Sunca y la movida juvenil contra la baja?
—Me dio una tremenda impresión la movilización del Sunca. La capacidad política y programática que tienen es impresionante. No hay ninguna experiencia similar en Chile. Con respecto al movimiento juvenil, creo que hay una diversidad muy grande. Lo importante es mantener la unidad a pesar de las diferencias que tiene la juventud.
[/notice]