La empresa Atma, una de las tantas ocupadas por sus trabajadores en el marco de la huelga general contra el golpe, había sido recientemente desocupada. En aquel momento, la idea era «de la desocupación a ocupar de nuevo». Los trabajadores, que necesitaban moverse rápido para hacer efectiva aquella consigna, sabían que en el Centro Cooperativista Uruguayo (CCU) había automóviles disponibles para dar soporte a la huelga. «Llamamos al CCU y nos dijeron: “Sale para ahí un compañero”», contó un militante sindical de entonces. «A los 15 minutos llega Mariano con su Mehari con techo de lona.»
—A la orden. ¿Dónde vamos? –les dijo.
«Después de ver a varios encargados de la fábrica, me dice que tiene que pasar por su casa», continuó el sindicalista. «Eran las nueve de la noche y el frío del invierno...
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