Por sus obras les conoceréis - Semanario Brecha
Medallas Delmira Agustini 2025

Por sus obras les conoceréis

En una fresca tarde de sol y con cierre de Bandoneonas, el pasado miércoles una pequeña multitud se dio cita en la Quinta de Herrera para celebrar el acto en el que el ministro de Educación y Cultura, José Carlos Mahía y la directora de Cultura, Maru Vidal, entregaron las medallas Delmira Agustini. Las recibieron Laura Canoura, Tatiana Oroño, Rubén Olivera, Stella Elizaga, Alicia Torres, Isabel Chabela Ramírez, Nancy Urrutia y la compañía de títeres Cachiporra.

Personalidades que obtuvieron la distinción, el 19 de octubre. Focouy, Leonardo Carreño.

Era como entrar en casa. Tantos de los que estaban arriba del escenario honraron –y todavía honran– las páginas de este semanario que parecía adrede. Las aperturas y críticas literarias de Alicia Torres, las notas de arte y literatura de Tatiana, las fotos de Nancy, las columnas de música, cultura y derechos humanos de Rubén. Si hasta la maestra de ceremonias –la conductora y periodista Soledad Legaspi– era la hija de nuestra queridísima Rosalba.

Las sillas se fueron llenando de gente de la cultura mientras esperábamos el comienzo. Alguien –¿algún medallista?, ¿el ministro de Cultura?– se había quedado atascado en el tránsito y la ceremonia se fue demorando. Mientras esperaba, le conté la historia de Marcha y Brecha for dummies al encargado de Política y Prensa de la Unión Europea, que le tocó sentarse a mi lado. A su lado, Laura Alonsopérez sonreía, la única que no tenía frío arropada en su ruana beige. Es imposible escribir eso último y no sentirse un poco Mecha Gattás,la socialité de la que su biógrafo, Fernando López D’Alesandro, dijo que «se dedicó a intentar crear una cultura de la alta sociedad, tarea que resultaría infructuosa: nunca encontró una masa crítica que pudiera oponerse a la marejada de la cultura de izquierda […]».

«Una de las cosas más lindas», dijo Rubén Olivera, «es recibir esto en barra. Prácticamente con todas y todos los que están hoy aquí nos estamos cruzando desde fines de los setenta, en tareas artísticas, en tareas de militancia cultural. Yo a veces digo que viajamos en bandadas […], hay veces que alguno de la bandada se va un poco antes y nos toca a nosotros iluminar su lugar. Y lo lindo de las bandadas son los oficios que se cruzan. Del disco del Choncho, Tangatos, la tapa la hizo Jorge Seveso y al segundo de Luis Trochón, lo hizo Hilda López. […] Del primer disco del Sabalero, la contratapa la escribió Idea Vilariño y del primero de Anselmo Grau, Paco Espínola. Todo esto es para decir que Uruguay puede estar orgulloso de sus artistas, que han sabido estar a la altura de su gente».

Unos momentos antes, Laura Canoura había leído: «Yo muero extrañamente/ No me mata la vida/ No me mata la muerte/ No me mata el amor», para agregar después: «Casi premonitorias las palabras de Delmira publicadas algunos años antes de su muerte. La asesinó su marido en junio de 1914 cuando todavía no se hablaba de femicidio y el asesinato y posterior suicidio era denominado crimen pasional. Tenía 28 años». Muchos de los discursos fueron sobre las mujeres y sus luchas. Tatiana leyó un poema de la Delmira niña prodigio, que escribió a los 10 años para su madre. Alicia Torres dijo que recibía honrada ese premio, pero que lo aceptaba en nombre de todos aquellos que han dedicado su vida a la enseñanza de la literatura, y recordó a sus maestros: Jorge Albistur, Jorge Medina Vidal y Hugo Achugar.

Nancy Urrutia, pionera del fotoperiodismo en Uruguay, valientemente, habló sobre sí y, al hacerlo, habló por todas las que pudorosamente se evadieron. «Cuando yo trabajaba en Brecha, siempre pasaba lo mismo: preguntaban “¿Dónde está el fotógrafo?”. Y yo respondía “La fotógrafa soy yo”. Oh, sorpresa. Al principio no era fácil que se visualizara a una mujer en esta profesión. Pero yo estoy orgullosa. Siempre voy a estar orgullosa.»

Chabela Ramírez, por su parte, también hizo algo poderoso: en lugar de subir por la escalera del frente del escenario, como todos los demás, lo hizo por la lateral. «Como mujer afrodescendiente de este país, donde las oportunidades no son las mismas para todos y donde han traído a nuestros antepasados a estas tierras en un lugar de subalternidad, hablar del candombe es hablar de una resistencia que va mucho más allá de la lucha cotidiana, es una resistencia étnica y agradecemos al Ministerio de Educación y Cultura por abrir la puerta a nosotros, a los y las de a pie, a los que muchas veces hemos sido invisibilizados.»

Por su lado, Stella Elizaga, siempre eficaz para leer nuestro tiempo y el que vendrá, se refirió a la labor en la gestión de la cultura y su profesionalización, e hizo un llamado a trabajar con la mirada puesta en fortalecer el ejercicio de los derechos culturales.

La noche terminó con la reflexión de la compañía de títeres Cachiporra: «En una época donde impacta la facilidad con que todo se destruye –fundamentalmente la vida humana, donde ya no existe ningún pudor en acabar con niños, viejos y enfermos–, el trabajo de titiritero es maravilloso: le damos vida a las cosas inanimadas. Hacerlo es creer en el futuro, en que podemos cambiar las cosas y en que el amor es poderoso».

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