El año 2017 fue particular para los que comulgan con los cada vez más escasos grafitis que aseguran “Luca vive” (más el mensaje informativo de una verdad evidente para entendidos que una plegaria al cielo). Un año particular, ya que se cumplieron 30 de su muerte, ocurrida el 22 de diciembre de 1987, lo cual disparó un tímido conjunto de conciertos de homenaje y artículos periodísticos, además del presente libro. Con su temprana muerte, Luca Prodan, ícono de la cultura rock de los ochenta en el Río de la Plata, dejó un vacío insustituible a la vez que vertiginoso. El siguiente verano, el del 88, se convirtió rápidamente en “ese lugar que queda/ entre el final de algo/ y lo que empieza”. Divididos, Las Pelotas; en este caso: Pettinato.
Luca es mío, editado por Planeta en noviembre del año p...
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