Reconstrucción - Semanario Brecha
La política brasileña tras la primera vuelta de las municipales

Reconstrucción

El reciente triunfo electoral de la derecha tradicional sobre el bolsonarismo suscita interpretaciones disímiles del nuevo mapa político de Brasil. El progresismo, en tanto, se adentra en un agitado proceso de cambios en su dinámica interna, en la que el Partido de los Trabajadores ve amenazado su papel de líder incuestionable de la izquierda.

Guilherme Boulos (centro) junto a Jilmar Tatto (der.), del Partido de los Trabajadores, y Osvaldo Silva, del Partido Comunista de Brasil, en el centro de San Pablo, el 18 de noviembreAfp, Nelson Almeida

La primera vuelta de las elecciones municipales de Brasil mostró el fortalecimiento de sectores de centro y centroderecha, y una derrota contundente de los candidatos bolsonaristas: sólo dos de los apoyados por el presidente, los de Fortaleza y Rio de Janeiro, pasaron a la segunda vuelta, y tienen pocas chances de vencer. La izquierda y la centroizquierda todavía disputan algunos centros importantes, como San Pablo, Recife y Porto Alegre. Las lecturas…

Por ejemplo, para Leonardo Avritzer, profesor titular de la Cátedra de Ciencia Política de la Universidad Federal de Minas Gerais y coordinador del proyecto Observatorio de las Elecciones 2020, Jair Bolsonaro sale debilitado de cara a su eventual reelección: «Es muy probable que la elección de 2022 ocurra de forma diferente a la de 2018. En aquel momento él no tenía grandes apoyos estatales ni municipales, pero no los precisaba, a causa de la ola antipolítica que le permitía prescindir también de la televisión. Pero ahora que es un presidente que va por la reelección, el hecho de que ya no tendrá grandes punteros electorales en San Pablo, Rio de Janeiro, Belo Horizonte y Recife le causará varios problemas». De todos modos, recuerda que «no podemos sacar conclusiones generales sobre el bolsonarismo a partir de una elección municipal». «Pero sí sobre la baja influencia del presidente», sostiene. «Los resultados de la primera vuelta muestran que existe una moderación del electorado con relación al bolsonarismo y a la antipolítica», agrega. Se nota, afirma, una «búsqueda de personas con experiencia administrativa, un rechazo de los candidatos de extrema derecha y un vuelco hacia partidos institucionalizados tanto a la derecha como a la izquierda».

Para Marta Arretche, en cambio, deducir que los resultados del domingo 15 significan un debilitamiento de Bolsonaro de cara a la elección presidencial de 2022 es, por lo menos, apresurado. Profesora titular del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de San Pablo, Arretche cree que «las interpretaciones del resultado de la elección según las cuales el electorado está yendo al centro, la antipolítica fue castigada y los partidos institucionalizados fueron premiados» representan, más que nada, «cierto deseo de ver cambios» por parte de los propios analistas. Cambios que quizás no sean tales: «Los resultados de esta elección no autorizan a afirmar que hubo una modificación sustantiva de las preferencias y los comportamientos de los electores. Esa idea de que el electorado maduró y migró hacia un nuevo espacio político… Nada garantiza que si son sometidos a nuevos estímulos, como escándalos de corrupción, o a la influencia de las noticias falsas de forma organizada a nivel nacional, los votantes reaccionen de la misma manera». Agrega: «Un mes atrás estábamos impresionados con cómo Bolsonaro se había recuperado en las encuestas y lograba un 40 por ciento de aprobación. Ahora decimos que el electorado reveló una renovada preferencia por partidos institucionalizados y que hubo una victoria de la moderación o del centro. Me parece una interpretación muy forzada».

Arretche visualiza, sí, un proceso de posible desgaste de cara al futuro: «Bolsonaro puede ser derrotado políticamente, entre otras cosas, porque tiende a inviabilizar a otros candidatos de derecha y a cometer muchos errores», como su apoyo a candidatos que ya venían muy mal en cuanto a popularidad y recurrieron a él «en una situación casi ya de desesperación, con la expectativa de que el mito Bolsonaro pudiera salvarlos». Sin embargo, no cree que ese desgaste se produzca necesariamente por una moderación de los votantes: «Imaginemos que el candidato sea Sérgio Moro. Es un tipo que también cultiva la antipolítica, que no es de los partidos tradicionales. Pero puede tener grandes chances en las próximas presidenciales. Si eso se concreta, ¿tendríamos que decir de nuevo que hubo un movimiento en el electorado, que volvió a la antipolítica?». Para ella, lo que va cambiando, en todo caso, son «las estrategias de las elites».

NUEVAS POSIBILIDADES

Después del tsunami reaccionario que se la llevó puesta en 2016 y 2018,la golpeada izquierda brasileña cosechó algunos resultados que abren nuevas posibilidades de construcción. En San Pablo, el excandidato presidencial del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) Guilherme Boulos obtuvo el 20,2 por ciento de los votos y disputará la segunda vuelta con el actual alcalde, Bruno Covas, del Partido de la Social Democracia Brasileña, que obtuvo el 32,8 por ciento. Según la última encuesta de Datafolha, difundida este lunes, Boulos pasó del 42 al 45 por ciento y crece entre quienes iban a votar en blanco o nulo, lo que reduce su distancia con respecto a Covas, que pasó del 58 al 55 por ciento. En Recife, dos candidatos progresistas se disputan la alcaldía: Marília Arraes, candidata del Partido de los Trabajadores (PT), que lidera las intenciones de voto, y João Campos, del Partido Socialista. En Porto Alegre, Manuela d’Ávila, del Partido Comunista, llega con chances a la segunda vuelta, con un compañero de fórmula que pertenece al PT.

Avritzer destaca que en las grandes capitales el resultado es mejor que en 2016. En aquel momento, el PT, por ejemplo, ganó una sola alcaldía. Ahora disputa la segunda vuelta en 15 grandes ciudades y dos capitales. Para el profesor: «Todo indica que después de esta elección vamos a tener una izquierda más equilibrada en materia de fuerza política. Saldrá fortalecida si obtiene alguna victoria en las capitales y elige un número razonable de alcaldes en ciudades relevantes, lo que después puede hacer la diferencia en la disputa electoral de 2022». La politóloga Fhoutine Marie, de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo, destaca que «hubo un avance de los grupos llamados minoritarios (sobre todo, mujeres negras y trans) y del propio PSOL». Considera que si el partido de Boulos logra ganar en San Pablo, sería un gran «fortalecimiento moral para una izquierda que ha estado muy desarticulada y abatida desde las derrotas sucesivas del golpe de 2016, la prisión de Lula [Luiz Inácio da Silva] y la victoria de Bolsonaro».

HEGEMONÍA CUESTIONADA

A pesar de su mejor desempeño con respecto a cuatro años atrás, la cosecha petista sigue muy lejos de ser lo que fue. En ese sentido, los resultados de la elección paulista fueron bastante significativos. A pesar de haber gobernado la ciudad en tres ocasiones y haber cosechado ahora un gran número de concejales, la votación del PT fue famélica. Su inexpresivo candidato Jilmar Tatto cosechó el 8,64 por ciento de los votos y quedó en la sexta posición. En otros lugares donde la izquierda disputa la segunda vuelta, como Porto Alegre, con D’Ávila, y Belém do Pará, con Edmilson Rodrigues (PSOL), el PT tampoco lidera, pero al menos compone las fórmulas.

El PT ha sido desde su fundación, en 1980, el partido hegemónico de la izquierda brasileña. Y continúa siéndolo. Es el partido con más estructura y enraizamiento a nivel nacional, el más organizado y con mayor capacidad de movilización, y el que tiene mayor experiencia de gestión. Pero también es el más golpeado. Por propios y ajenos. Ha visto a algunos de sus cuadros de dirección envueltos en casos de corrupción, pero también ha sufrido crudas persecuciones mediáticas y judiciales, y el odio en su contra ha estructurado gran parte de la política brasileña de los últimos años. Víctima, además, de su propia arrogancia y carente de renovación en sus cuadros, su papel de líder incuestionable de la izquierda está bajo amenaza. Para Arretche, «el PT atraviesa dos crisis importantes: una de reputación y otra generacional, con enormes dificultades para que surjan nuevos liderazgos». Y agrega: «Los otros partidos de la izquierda, que siempre tuvieron que supeditarse al PT, buscan ahora aprovechar la oportunidad para crecer y ocupar nuevos espacios. El fenómeno Boulos es exactamente eso. Desde el punto de vista nacional y de un eventual frente de izquierdas, el PT es muy grande para ser ignorado, pero está muy débil como para liderarlo». Al mismo tiempo, dado su alto nivel de rechazo entre algunos sectores, «ir en alianza con el PT puede ser un problema tan grande como ignorarlo».

Por su parte, Marie cree que en los tiempos que vienen «puede haber más posibilidades de alianzas». Un elemento en esa línea es el apoyo que varios políticos destacados de la izquierda y la centroizquierda dieron a Boulos de cara a la segunda vuelta paulista. Es el caso de Ciro Gomes, líder del Partido Democrático Laborista; Marina Silva, de la Red de Sostenibilidad, y el propio Lula da Silva. Sin embargo, la interna de las izquierdas está todavía revuelta y las recurrentes tentativas de crear frentes de coalición han tenido obstáculos. El dirigente del PSOL Marcelo Freixo, diputado federal por Rio de Janeiro, se bajó en mayo de su candidatura a las elecciones municipales de esa ciudad con el argumento de no haber conseguido la unión de los sectores progresistas. Su salida facilitó la llegada a la segunda vuelta carioca del candidato bolsonarista Marcelo Crivella. En la nueva correlación de fuerzas dentro de las izquierdas brasileñas y en su capacidad de superar diferencias en nombre de la derrota del bolsonarismo se juegan gran parte de sus chances de cara a lo que se viene. Como siempre ha sido, el camino no parece nada fácil.

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