Pinocho canta con una voz clara, afinadísima, dueña de una calidez muy particular y un algo indefinible que la hace creíble, como si fuese tu vecino más macanudo o tu primo preferido quien canta sus canciones.
Hacía cuatro años que Routin no lanzaba un nuevo disco, de allí que este Corazón sea una edición tan esperada como bienvenida, digna continuadora de una discografía que incluye, en orden de aparición, Noches de Carnaval, Peligro de murga, Flores y Murga madre (este último, un proyecto compartido con su eterno socio artístico Pitufo Lombardo).
Tras muchísimo Carnaval, en títulos como Falta y Resto, La Reina de la Teja y A Contramano, tras integrar durante largos años la banda estable de Jaime Roos y bandas como La Escuelita y La Doble Uruguaya, Pinocho se pone definitivamente los pantalones largos como cantante solista en este disco producido por Martín Buscaglia y grabado por el ya histórico Daniel Báez (responsable de cientos de discos, entre ellos nada menos que Cuerpo y alma de Eduardo Mateo).
Un disco donde, por supuesto, asoma la murga, aunque en pequeña dosis, y donde también encontramos rock, funky, balada, cumbia y candombe entre muchas otras vertientes sabiamente combinadas. Routin es el autor de todos los textos y de casi todas las músicas (hay una música de Pitufo Lombardo, “Bó”, y una de Nicolás Ibarburu, “Allá ellos”). Pinocho compone con mucho gusto, escribe letras con mucho gancho y propone un repertorio ecléctico y siempre entretenido.
Hay una clara influencia en las autorías del gran Jaime Roos, al punto que no cuesta imaginarse determinadas canciones como “Mal de amores” o “Bó” cantadas por el propio Jaime. Determinados giros melódicos e incluso la tímbrica de los arreglos refieren directamente al más popular de los artistas uruguayos de las últimas décadas. Sin embargo, Pinocho tiene una voz personal, un estilo propio cálido y amable, y conforma un disco verdaderamente precioso, un bienvenido aporte a un panorama compositivo bastante venido a menos en estos últimos años.
Encontramos grandes canciones como la murguística “Mal de amores”, “Bó” con su rítmica de son cubano, la deliciosa cumbia “Flores”, el tema con aires de rumba flamenca “Loca de remate”, donde se destaca en plan gitano el guitarrista Gonzalo Franco, la drexleriana balada acústica “Allá ellos” y dos candombes magníficos, “Mundo animal”, con la actuación del legendario percusionista “Nego” Haedo, y el surco que cierra el disco, “Pasa-tiempo”, de hermosa melodía y excelente letra que parece trazar el balance de una vida, con un estupendo piano a cargo de Gustavo Montemurro.
Un disco que, en resumen, lo tiene todo: buenas canciones, un cantante personal y de particular seducción, un grupo de músicos excelentes (entre otros, Martín Ibarburu en batería, Martín Buscaglia y Nicolás Ibarburu en guitarras, y el bajista Gerardo Alonso), y como si todo ello no bastara, un diseño gráfico particularmente logrado a cargo de Camila Dieste.
Se recomienda de todo corazón.