En un especial que el suplemento El Cultural1 dedicó a la nueva narrativa cubana en 2015, el crítico Ignacio Echevarría hablaba de un “panorama inquieto y cuestionador”, y destacaba el intento de los jóvenes de “‘sintonizar’ la producción cultural cubana con la del resto de Latinoamérica y, más ampliamente, del mundo”. Toda una literatura parece querer moverse, al revisar sus bases en el contexto de una etapa de profundos cambios estructurales y futuros inciertos. Frente a esta incertidumbre, los jóvenes abren sus espacios, corriéndose de ciertos discursos ideológicos que sostienen los imaginarios de la nación y ciertos referentes canónicos de su tradición literaria (no en vano la antología publicada en España en 2014 con el cometido de dar cuenta de toda esta movida se titula: Malditos ba...
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