Ámsterdam, 1687. Un nuevo buque ha llegado al puerto. Es uno de los cientos que componen la flota de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, empresa poderosa que surca los mares de Europa, África y Asia para comerciar. Trae especias, tejidos y un rico cargamento que llena las calles de un exotismo colorido y fragante. La abundancia y el lujo colman los hogares de la pujante ciudad, pero allí está la severa austeridad calvinista para recordar a sus fieles la ira de Dios ante el exceso. El pequeño país de las Provincias Unidas de los Países Bajos es ahora una briosa potencia que puede ufanarse de algunos logros: ha visto florecer su economía y agricultura, le ha dado la bienvenida a extranjeros perseguidos y notables, tiene una pléyade de maestros de la pintura y una medicina moder...
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