Un libro, escribirlo, dicen del esfuerzo que implica llenar las hojas, que se agota con el último punto, y entonces la pluma pide agua. Sin embargo, hay algunos casos de creadores que al mirar nuevamente la obra, permitiéndose la duda sobre el trabajo terminado, sucumben ante la tentación de la reescritura, develando cambios y reafirmando aquello que sobrevive al progreso de la escritura: el caso de Dostoievski con su segunda novela El doble, en sus dos versiones, o el más cercano de Tomás de Mattos, en su también doble versión de su ¡Bernabé Bernabé! Con Mario Delgado Aparaín (Florida, 1949) sucede que ha venido persiguiendo cierta historia desde que en 1983 una entonces novedosa colección llamada Lectores de Banda Oriental le publicara su primera novela como vigésimo quinta entrega de su...
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