Tiene los ojos más chiquitos que grandes y una sonrisa amplia que permite verle las encías. Una boina café, un buzo turquesa y un cortado sobre la mesa, que toma entre pregunta y pregunta. Los cachetes colorados por el frío. La voz suave y entusiasmada al hablar de su trabajo, que amenaza con quebrarse en cualquier momento. Estuvo todo el domingo, junto con la curadora Magela Ferrero, armando y ordenando la muestra, y lloró cuando vio cómo había quedado.
La serie surgió gracias a la beca del Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística (FEFCA), del Ministerio de Educación y Cultura. Presentó un proyecto que no fue la muestra final: pretendía calcar fotografías del acervo familiar para intervenirlas después. «Pero para mostrarlas había que hacer algo especial», dijo, y la marea la ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate