A comienzos de 1988 el pachequista Alberto Iglesias introdujo en la estructura de la inteligencia militar a un conocido que trabajaba en la Intendencia Municipal de Montevideo. Una vez reclutado, su manipulador le encomendó obtener los planos de dos apartamentos, uno en la rambla República del Perú, y otro, lindero, en la calle Scoseria.
El manipulador urgió al nuevo espía, bautizado como agente 78-G, a que obtuviera los planos, pero el espía se disculpó diciendo que los servicios de la Imm estaban alterados después de un conflicto, y que la interpelación al intendente en la Junta Departamental no le dejaba tiempo suficiente.
Para entonces, la agencia estaba embarcada en un espionaje a algunos diplomáticos cubanos establecidos en Montevideo. Esos planos –y otros, de un edificio en avenida ...
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