Llegó a la mesa de votación pilotando un impresionante Porsche azul eléctrico sin placa, con su joven esposa y su pequeño hijo vestido de blanco, seguido por una larga fila de patrulleros y vehículos militares. En un país azotado por la violencia y que ostenta la mayor tasa de crímenes de América Latina, donde la pobreza, según las mediciones oficiales, afecta a una cuarta parte de la población, el gesto indica que el presidente Daniel Noboa vive en otro mundo.
Una semana antes de la votación del domingo había inaugurado una cárcel de máxima seguridad en un paraje aislado de la costa, nombrada Cárcel del Encuentro, copiando los mismos modos del salvadoreño Nayib Bukele. Los presos estaban uniformados de naranja, con la cabeza rapada, unos cuantos con las manos en la nuca y de rodillas, cua...
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