En las últimas semanas se han ido acumulando hechos que dan cuenta de que, desde los gobiernos europeos –y desde medios de comunicación mainstream–, se está preparando a esa lábil entelequia llamada opinión pública para aceptar que, tarde o temprano, la Unión Europea (UE) entrará en guerra con Rusia. Quieren vender también que no será esa una decisión de otros –en claro: Estados Unidos–, sino propia, autónoma, y que, en función de esa perspectiva, que movilizará cada vez más porciones del presupuesto global de la Unión y de cada país en particular, habrá que postergar sine die la concreción de otros proyectos; entre ellos, los de la por un tiempo tan cacareada transición ecológica.
Quien primero se lanzó en esta dirección fue Emmanuel Macron. La semana pasada, el presidente francés llamó ...
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