Si pensamos la obra de Carolina Bello desde lo germinal, desde aquella escritura virtual posteada por «Clementina» en su blog Escrito en la ventanilla entre 2005 y 2008 –que se convertiría, años más tarde, en la publicación del libro homónimo en formato papel–,1 estamos frente a una literatura en constante metamorfosis. Veinte años que experimentan con la palabra en diversas formas, que juegan con los géneros narrativos y con los narradores, que van del realismo al hiperrealismo y la distopía. La tan plural Bello se materializa en un universo que, aunque divergente, tiene la intención de llegar a puntos de encuentro para dialogar en el planeta intrínseco de la obra y con quien la lee. Puntos de encuentro que son más de mil: hay que estar atento para unirlos.
En Viejas bravas, Bello present...
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