Terapia familiar - Semanario Brecha

Terapia familiar

Además del detalle de que Valeria Bruni-Tedeschi es hermana de la ex primera dama de Francia Carla Bruni, lo sorprendente es que la historia personal de la directora es prácticamente el calco de lo que sucede en esta película “Un castillo en Italia”.

Un château en Italie

Es la tercera película dirigida por la también actriz Valeria Bruni-Tedeschi, cuyos dos opus anteriores –Es más fácil que un camello (2002) y Actrices (2007)– no fueron proyectadas en Uruguay. Un castillo en Italia, con algunos tesoros adicionales, como cuadros valiosísimos –un Brueghel, por ejemplo–, es lo que le queda en la película a los miembros de la familia Rossi Levi, que supieron ser poderosos industriales y descienden de un judío que se convirtió al catolicismo y al fascismo en los tiempos de Mussolini. Louise (la propia Valeria Bruni-Tedeschi), que fue actriz, y en el tiempo de la película y con 44 años se dedica a buscar “algo” que dé sentido a su vida –la religión, un hijo, un amor–, tiene una relación que por momentos parece rozar lo incestuoso con su hermano Ludovico (Filippo Timi), ahora enfermo de sida. La madre de ambos (Marisa Borini) es la que parece más centrada en esa existencia familiar en decadencia, mientras asiste al deterioro progresivo de su hijo y a las búsquedas y topetazos de su hija.

Al comenzar la película se verá a Louise en un convento, asistiendo a los maitines de los frailes, para después protagonizar con uno de ellos una suerte de sketch que pretende ser gracioso en torno a la compra de un rosario. En seguida, caminando por un bosque, conoce a Nathan (Louis Garrell), un joven actor que está en un rodaje en las cercanías, dirigido por su propio padre. Lo que sucede al inicio no será el único encontronazo de Louise con la Iglesia, o mejor dicho, con curas y monjas. Recurrentemente lo eclesiástico se descuelga en la película, y siempre con una intención satírica que ronda lo bufo, tironeado como para buscar un absurdo que naufraga en el trazo grueso. Y la manera en que se da el encuentro con Nathan, tan brusca en los diálogos y en los acercamientos y rechazos, volverá a estar presente a lo largo de una relación cuyos avatares aparecen salpicados a lo largo de un relato donde suceden otras cosas. Idas y venidas de Louise, casi siempre corriendo o enzarzándose con alguien, la aparición recurrente de un ex amigo de la familia que pretende tener derecho a ser mantenido por ésta, las reuniones de madre e hijos entre sí o con la presencia de otros, etcétera, todo enhebrado con saltos abruptos, como con una histeria a punto de estallar, expresada sobre todo en la actuación de la protagonista y directora, que tiñe toda la película con una suerte de incomodidad nacida, probablemente, de la dificultad de contenerse y encontrar un tono equilibrado estando a uno y otro lado de la cámara.

Además del detalle de que Valeria Bruni-Tedeschi es hermana de la ex primera dama de Francia Carla Bruni, cantante y modelo, lo sorprendente es que la historia personal de la directora es prácticamente el calco de lo que sucede en la película. También ella desciende de un judío convertido al catolicismo que dejó una enorme fortuna, tuvo un hermano que murió de sida y fue pareja de un actor varios años más joven que ella, el mismo

Louis Garrell, que en la película hace de hijo de un director de cine y en la vida real es hijo del realizador Phillipe Garrell. Si se agrega que quien interpreta a la madre es la madre real de la directora, sólo faltan monsieur y madame Sarkozy en esta curiosa exposición pública de la propia vida. Pero seguramente eso tendría complicaciones mayores.

Un château en Italie. Francia, 2013.

https://youtu.be/LVPu5Rl-KMY

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