Hoenir Sarthou no entiende la diferencia entre tercerismo y tercera posición, por eso participó de un mitin fascista hace casi dos semanas y todavía no se enteró del hecho. Una actividad en la que don Carlos Quijano jamás hubiera puesto ni la punta del pie. Tampoco Arturo Ardao.
Sarthou participó el pasado sábado 7, en las instalaciones de un club social y deportivo del barrio Pocitos, de un acto del Proyecto Segunda República, un grupo de inspiración fascista. Días más tarde defendió, ante un requerimiento de este semanario, su derecho a no pedir permiso a nadie para hablar donde y de lo que considerase conveniente. Nadie se lo niega. En su columna de ayer, publicada en el semanario Voces, acusó a dos periodistas de Brecha, a Salvador Neves y a mí mismo, de insinuar una acusación de fascismo en su contra. Pero no es así. Nadie en este semanario cree que Sarthou comulgue con esa ideología. Lo que sigue siendo verdad, sin embargo, es que participó de un mitin fascista.
Él no lo quiere entender. Cree que participó de un acto de características muy diferentes. De hecho, acusa a nuestro compañero de falsear en su crónica la naturaleza de la actividad: de seleccionar los pasajes de las intervenciones para destacar deliberadamente ciertos contenidos y ocultar otros. Para que los lectores se formen su propia opinión, Brecha subió el audio del evento a su canal de Youtube. Sarthou, que, desde luego, estaba allí y escuchó todo in situ, continúa al día de hoy insólitamente confundido acerca de la naturaleza política de esa reunión. Es interesante reflexionar acerca de las causas de una percepción tan fuertemente distorsionada. Alguno podrá decir que simplemente se está haciendo el distraído o el desentendido: el chancho rengo. Puede ser que así sea, pero también puede ocurrir otra cosa.
Lo que pienso es que Sarthou realmente no entiende la naturaleza del mitin en que participó por algo que queda muy claro en su columna de ayer; a saber, que no entiende la diferencia entre tercerismo y tercera posición. Admito que esa diferencia puede no haber estado del todo clara en el pasado: mientras se desarrollaban ciertos hechos históricos. Pero a la distancia emerge con claridad meridiana.
LA IRA DE ARDAO. En la dura crítica que hizo de su libro El tercerismo en el Uruguay (1965), Ardao imputa un error básico de concepto a Aldo Solari; a saber, confundir el tercerismo (que es, o mejor dicho: fue, una posición de política internacional en el contexto de la Guerra Fría) con una ideología. “El tercerismo, en su verdadero y único significado histórico, terció entre Washington y Moscú, y no antes de 1947”, sostuvo. Sarthou parece cometer un error análogo: no distingue entre el tercerismo y la tercera posición, que es una ideología, o mejor dicho, toda una familia de ideologías surgida en Europa en el interregno entre las dos guerras mundiales. Otro nombre para esa familia ideológica es: “fascismo”.
El tercerismo no es una ideología, adujo Ardao, porque de posiciones terceristas participaron grupos de muy distinta extracción ideológica, cuyo acuerdo se limitaba al campo de la política internacional: demócratas-liberales, socialdemócratas, socialistas, anarquistas, comunistas (como los yugoslavos o los trotskistas) y, desde luego, también fascistas.
La crítica de Ardao al libro de Solari desencadenó, como es bien sabido, una famosa polémica con Carlos Real de Azúa, alguien que, precisamente, llegó al tercerismo desde la tercera posición (es decir, desde el fascismo). El pasado fascista de Real de Azúa es un dato muy importante para entender la polémica entre Ardao y él. Y quizás también para entender por qué Sarthou (que recomienda leer a Real de Azúa) no entiende la diferencia entre ambas cosas.
Dice Ardao: “Durante la guerra hubo aquí neutralistas (…). En su inmensa mayoría (…) eran simpatizantes del Eje, sin que todos los simpatizantes del Eje, a su vez, fueran neutralistas, por cuanto muchos proclamaban abiertamente su simpatía. (…) (A tal punto) no tiene nada que ver ese neutralismo de entonces con el tercerismo que vino después, que el grupo llamado a ser más tarde el más típico de los sectores de éste (se refiere al grupo congregado en torno al semanario Marcha) muy lejos estuvo de ser neutralista, como parte que siempre fue de la vanguardia antifascista” (Marcha, 28-I-66).
Real de Azúa, en cambio, veía en el tercerismo una ideología, o al menos el esbozo de una ideología. Todo parece indicar que Ardao creía ver la sombra del fascismo asomándose detrás de ese argumento. Sobre todo cuando el autor de El impulso y su freno decía cosas como la siguiente: “En muchos destinos americanos tanto más importantes que el mío se da la básica ambigüedad con que en nuestro continente, como en todas las áreas semicoloniales, se refractan o refractaron (y entre ellas el fascismo) las ideologías europeas. De la adhesión al Eje y a un nacionalismo de tipo extremista provenían –o por ellos pasaron– quienes asumieron, tras 1945, papeles de primera línea en la década de lucha por una Argentina popular. Del integralismo fascista salió Santiago Dantas, el formidable orientador de la política externa independiente de Brasil, mientras Brasil fue una nación independiente. (…) No me siento incómodo al lado de esos ‘equivocados’” (Época, 4-II-66).
Cada respuesta de Ardao es visceralmente más virulenta que la anterior. Algún analista del debate (me refiero, por ejemplo, a Eduardo J Vior) se asombra de su acritud. Para mí, en cambio, el motivo de su destemplanza está muy claro: Ardao, como ya señalé, creía ver en la posición de Real de Azúa la sombra de la pasada adhesión fascista del autor. Y también lo que consideraba un confusionismo ideológico peligroso.
Considérese la siguiente cita: “No es exacto, ya lo hemos dicho, que haya habido en el mundo en los dos últimos lustros, como se ha pretendido, una ‘declinación de las ideologías’. Es exacto, en cambio, que en el período ha habido en nuestro país una extendida confusión de las ideologías, que algún día habrá que estudiar a fondo como fenómeno superestructural de la crisis uruguaya de estos años. Esa confusión, madre de tanto confusionismo (…) es la que ha hecho posible el desplante que ahora confrontamos” (Marcha, 18-II-66).
Este punto es central y Ardao insiste en él varias veces a lo largo de la polémica: el confusionismo ideológico que supone no entender cabalmente la naturaleza puramente de política internacional del tercerismo que defendió Marcha. Dicho de otro modo: creer que una coincidencia superficial (el tercerismo) suponía alguna clase de acuerdo profundo (ideológico). En particular, Ardao era refractario a la asociación entre tercerismo y nacionalismo que Solari y Real de Azúa favorecían.
VUELTA AL PRESENTE. Sarthou fue a un mitin fascista y creyó encontrar coincidencias profundas (ideológicas) con los sujetos que estaban allí, a su lado en la mesa o en el público, meramente porque todos ellos estaban preocupados por un mismo asunto de naturaleza geopolítica: la crisis de los estados nacionales soberanos. Como Sarthou no entiende la diferencia entre tercerismo y tercera posición, lo invitaron a un acto fascista y creyó que era un acto tercerista. Fue, habló distendidamente, encontró muchas coincidencias. Escuchó algunos discursos un poco dudosos, es verdad, pero no atinó a darse cuenta de lo que estaba pasando en realidad.
Sarthou, permítame que le hable directamente: usted estaba en un acto fascista. Entérese de una buena vez. Yo no lo considero un fascista. Pero entienda que esas personas que estaban allí no piensan ni remotamente lo que pensaba don Carlos Quijano. Tampoco lo que Arturo Ardao. No comparten los ideales del semanario Marcha, ni de la Feuu de la época, ni, en general, de los terceristas uruguayos. Esos tipos no son terceristas: integran un movimiento de tercera posición. Vaya y vea los videos que cuelgan en su canal de Youtube (Tlv1). ¡Vaya y véalos, por el amor de dios! Vea, por ejemplo, a Adrián Salbuchi y Juan Manuel Soaje Pinto, que estaban sentados ambos a pocos pasos de usted en el acto del club Valle Miñor, hablando con entusiasmo desbordante de Mi lucha con el conocido hitlerista español Pedro Varela Geiss. Vea el programa dedicado a Los protocolos de los sabios ancianos de Sión. Vea el video en que Salbuchi dice que el peronismo es el nacionalsocialismo argentino (con intención encomiástica, ¡no vaya usted a creer otra cosa!). Entérese de lo que fue el Primer Congreso Internacional Identitario, en México, en 2015, quiénes participaron y qué dijeron allí.
Sarthou: usted abraza teorías conspirativas sobre el poder mundial y confunde eso con la tradición antiimperialista de la izquierda latinoamericana. Usted involucra a Quijano, Ardao y al semanario Marcha en esos desvaríos. La memoria de esos grandes hombres no merece que se los involucre en semejantes desatinos.