En el centro de Washed Tombs, la nueva novela de Mercedes Estramil (1965), se encuentra un extraño emprendimiento del mismo nombre, creado por dos amigas: Toni y Wanda. Ellas idearon “una empresa de servicios que consistía en aliviar los duelos, esa instancia de desprendimiento gradual que empieza en los velorios, sigue en los entierros, continúa en los años posteriores con su calvario de reducciones y cambios de casa y con suerte termina en una cajita de fósforos y vientos huracanados”. Qingming, en ese momento casado con la narradora, Jennifer, se apoderará de la empresa e introducirá cambios esenciales: la oferta de médiums para contactar con los fallecidos y la organización del Concurso Mortuorio Nacional, en el que los habitantes de las tumbas escriben –a través de médiums– las obras ...
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