Premio Nacional de Fotografía: Trilogía mercedaria - Semanario Brecha
Artes plásticas. Premio Nacional de Fotografía

Trilogía mercedaria

Primer premio, José Pilone. Casa de la Cultura de Mercedes. DIFUSIÓN, THIAGO ROCCA

Hay vida después de Punta del Este. Y durante. Nos referimos a la temporada, claro, que no solo es esteña. Es cierto que la mayoría de las exposiciones y eventos de relevancia en artes visuales se llevan a cabo por esta época en las inmediaciones de Punta del Este y Maldonado, pero Montevideo mantiene una buena actividad y en otras partes del país sucede igual. Es el caso de Mercedes, que, con su Jazz a la Calle, festival que ya va por la decimosexta edición, concita un interés turístico y cultural nada desdeñable e integrador como pocos. Por eso parece un acierto llevar hasta la Casa de la Cultura de Mercedes el Premio de Fotografía del Uruguay (Instituto Nacional de Artes Visuales-Centro de Fotografía de Montevideo) y hacer coincidir la inauguración de la muestra de los ganadores de dicho premio con el día de la apertura del festival de música.

La Casa de la Cultura de Mercedes es un edificio decimonónico restaurado, otrora templo masónico de la Logia Capitular Armonía. Posee una sala de grandes dimensiones con piso ajedrezado que se presta para una exposición de esta naturaleza.1 El primer premio, de José Pilone (Montevideo, 1957), invade con una instalación el centro de la sala y la pared que está detrás. Pilone lleva muchos años trabajando en una variante del autorretrato y del reportaje –¿autorreportaje?–, pero quizás no sea adecuado circunscribirlo a estos subgéneros, puesto que hacerlo podría llevar a la confusión. Pilone crea personajes a partir de fotografías de su persona, montadas y cuidadas hasta el mínimo detalle, con lujos en el tratamiento de la luz y en el maquillaje al que se somete con estoico profesionalismo. Lo que importa son las situaciones que vive un ser que podría ser cualquier hombre de mediana edad –recuerdo Lo gris, que ahondaba en el tema de la alienación y el anonimato– y que nos interpela con un clima por momentos agobiante y hasta ligeramente siniestro. En esta ocasión, el sujeto, o dos, pues hay un desdoblamiento del personaje, padece covid o una insuficiencia respiratoria, y el espectador asiste a una secuencia de su aislamiento y agonía en fotos de grandes dimensiones. El observador debe internarse por un circuito de paneles separados por grandes cortinas de nylon, y la proximidad física con las imágenes de los «pacientes» indefensos despierta todo tipo de sentimientos. Es una obra ambiciosa y perturbadora que merece este gran premio.

Las otras dos propuestas son bien diferentes. Andrés Seoane (Montevideo, 1984) es un artista multifacético que trabaja en pintura, fotografía, grabado y composición musical. Aquí presenta un gran friso de fotografías citadinas en blanco y negro, como un collage de situaciones urbanas disímiles, capturas espontáneas, en la orilla opuesta de los orquestados montajes de Pilone. Es una fotografía analógica, callejera, con cierta carga social implícita. Aunque la propuesta no es novedosa, está bien montada, y el conjunto ofrece un mosaico de sensaciones urbanas, una panorámica que, en cierta forma, da cuenta de ese sentimiento de simultaneidad –historias penosas, eufóricas, brutas y delicadas– que se vive en las grandes urbes.

Finalmente, el trabajo de Julissa Dura (Montevideo, 1996) aborda con un jugado tratamiento de color –supremacía del rojo– asuntos de género. Como Pilone, Julissa es el sujeto de su propia exploración: el cuerpo se ofrece a la transformación, al extrañamiento y a las miradas del deseo. Es ella y es otras y otros, en un juego de máscaras superpuestas que no se sabe cuándo comienza ni culmina.

1. Casa de la Cultura de Mercedes, Wilson Ferreira Aldunate e Ituzaingó. Lunes a viernes de 7 a 14.30 horas; sábados de 7.30 a 11.30 horas.

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